Revista En Femenino

Reflexiones de una madre "marciana" (por Arantxa)

Publicado el 13 septiembre 2012 por Imperfectas

Tenías muchas ganas de que comenzara Septiembre, mi mes favorito del año. Para empezar porque no me llevo bien con el calor. Esta máxima no es desde luego universal y hasta resulta impopular, pero las altas temperaturas causan estragos en mi. Para continuar porque la vuelta a la rutina tras el paréntesis estival me viene bien, física y psicológicamente.
Ansiaba el momento en que mis hijas retomaran las clases, porque les encanta el colegio y porque este año la pequeña es un torbellino que a sus tres años y nueve meses no necesita adaptación alguna. Ya no es de la clase de los pequeños. Es una mini veterana, en todo caso.
Mi hija mayor había comenzado sus clases de natación. Verla moverse con el gorrito en la cabeza es balsámico y desestresante. Que bien marchaba el mes. Se deslizaban los días, como mi hija en su calle de la piscina (con la ayuda de su monitor, claro).
Tenía muchas ganas de disfrutar Septiembre, y hablo en pretérito,porque la semana pasada se nos informó en el colegio de que mi primogénita y sus compañeros iban a empezar el curso sin profesor. Estamos esperando que alguien cubra la baja de su maestra, a punto de dar a luz. Me temo que vamos a cerrar el año hidrológico, algo que sucederá el próximo día 30, con la sequía como tónica habitual. Los colegios públicos también padecen sequía de otra clase: no hay profesores de apoyo, las bajas tardan en cubrirse… Hechos de sobra conocidos por todos, con la crisis económica como telón de fondo y como excusa para unos cuantos despropósitos.
Por si esto no bastara la presidenta de la Comunidad de Madrid ha anunciado que va a favorecer la implantación de la jornada continua en los colegios públicos madrileños a partir del próximo curso. Resulta que los padres trabajadores estamos mayoritariamente en desacuerdo y preferimos la jornada partida, porque somos unos marcianos a los que nos tranquiliza poder hablar unos minutos con el profe al finalizar la jornada, sobre todo en estos primeros años del aprendizaje de nuestros hijos, los alumnos. Somos gente extraña, a la que le gustan cosas tan singulares y siniestras como ir a buscar a nuestros hijos y poder ver a otros padres, vivir la algarabía del final de la jornada lectiva en grupo. Somos bichos raros.
Me temo que apenas quedarán colegios públicos con jornada partida  a partir del curso 2013/2014 y no caigo en el maniqueísmo pueril y populista de culpar exclusivamente a la señora Aguirre. Es responsablede esta medida junto a los sindicatos de educación, ya que los docentes prefieren acortar su jornada y sospecho que más que por el bien de nuestros hijos, porque trabajar menos horas es más goloso. No digo que no trabajen bastantes horas, pero es obvio que con la jornada reducida lo harán menos tiempo. A eso aspiran y la señora Aguirre les allana el camino de una manera que asusta.
Antes de seguir, recalcaré que hablo única y exclusivamente del ámbito de los CEIP, colegios de Educación Infantil y Primaria de la Comunidad de Madrid. Desconozco otras realidades, pero esta la sufro en primera persona.
Tampoco negaré que a los padres no trabajadores les resulta un hartazgo hacer varios viajes al día para llevar y recoger a sus hijos, pero la jornada continua no responde a sus demandas, sino a las de los docentes. Todo sin que haya estudios pedagógicos contundentes acerca de que dicha jornada beneficie el aprendizaje de los críos.
¿Quién de vosotros y vosotras no prefería trabajar menos horas y cobrar lo mismo? Sé bien que les han quitado la paga extra, una clara injusticia, pero ese es otro debate. Respondo a la pregunta: yo la primera, pero resulta que mi trabajo no consiste en educar y formar a personitas en la escuela. Tengo mucha menos responsabilidad, un trabajo más cómodo. Admiro profundamente a las personas que se dedican a esto de la enseñanza, conozco a bastantes de ellos, y algunos son muy cercanos a mi, les admiro y les quiero (J. y J., va por vosotros). Sé que su labor no se reconoce lo suficiente y que a veces sufren la ingratitud de los padres. Yo estoy encantada con las maestras de mis hijas, pero la cuestión aquí es otra.
Como lamento hoy (mañana será otro día, espero) no poder llevar a mis niñas  a un centro concertado de jornada partida (la inmensa mayoría), fundamentalmente porque ninguno está relativamente cerca de nuestro domicilio, amén de otras circunstancias que no vienen al caso.
Dicen que esto es lo que busca la señora Aguirre: hundir la enseñanza pública para beneficio de concertados y privados. En este punto creo que los profesionales también tienen parte de culpa.  Hay muy buenos docentes en los colegios públicos, concertados y privados, pero también los hay regulares y malos. El hundimiento  y abandono de los CEIP es problema de los poderes públicos, pero con asuntos como este de la jornada partida van a provocar una huida de los padres trabajadores a los centros concertadosy los maestros también tienen su responsabilidad.
En conciencia sabrán si dar cinco horas de clase seguidas con parada para el recreo, en vez de la clásica sesión matinal con el recreo, el descanso para comer y una leve sesión vespertina mejora el desarrollo educativo y el aprendizaje  de nuestros hijos, o si su interés por la jornada continua responde a las ganas de acortar su jornada laboral. Me temo que mis sospechas no son infundadas y que nunca se me respondería con sinceridad a la pregunta hecha a bocajarro. Por eso no la haré. Por eso, tras el disgusto al conocer el anuncio de la señora Aguirre, prefiero tener presente que gracias a la labor y al carácter cariñoso y alegre de sus maestras mis hijas adoran el colegio y se levantan cada día con muchas ganas de ir.  Lo demás ya lo pensaré. Hoy no me quedan minutos ni fuerzas.

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