Acabo de leer una novela preciosa: La ladrona de libros, de Markus Suzak. Narra las peripecias de una niña que es dada en adopción al inicio de la II Guerra Mundial y con su nueva familia descubre su pasión por los libros, su padre adoptivo le enseña a leer y la lectura le sirve para abstraerse de la cruda realidad que la rodea.
Pero, en realidad, no quería hablaros de la novela sino de la reflexión a la que me llevó cuando acabé de leerla.
Pensé que verse inmerso en una guerra, rodeado de muerte y a merced de las bombas, sin escapatoria posible, como ocurre actualmente en países como Siria, Yemen, Irak y algunos más, es mucho peor que estar confinados en casa por una pandemia rodeados de comodidades, todos los alimentos que queramos a nuestra disposición, Internet para comunicarnos con los demás, entretenernos, divertirnos, y sobre todo, teniendo la certeza de que entre las cuatro paredes de nuestro hogar estamos a salvo y no nos caerá encima una bomba que nos mate, incluso podemos salir a la calle sin miedo, tomando las debidas precauciones, claro está.
Siria
Habrá quien me diga que también hay quien muere, quien sufre, quien no encuentra refugio en su hogar sino un infierno, soy consciente de todo eso, pero a lo que voy es a que la mayor parte de la población vivimos en una cárcel de oro y no tenemos derecho a quejarnos.
Es molesto este confinamiento, estar separados de las personas que queremos, no poder disfrutar del ritmo de vida al que estamos habituados, pero esto acabará pronto y ojalá hayamos aprendido algo.
Confinamiento dorado
Llevamos más de un mes encerrados y eso está haciendo mella en el ánimo de muchas personas, en particular las que están solas, posiblemente también las que no están en la mejor compañía, pero como cantamos cada tarde: RESISTIREMOS. Y seguiremos aplaudiendo a los que nos están ayudando a salir de esto, y no me refiero solo a los sanitarios sino también a los transportistas, los dependientes del supermercado y todos los trabajadores y trabajadoras que siguen al pie del cañón.
Momentos felices que pronto volverán
Salud y fuerza para todos. Y recordad: un día
más es un día menos.
Pronto volveremos a encontrarnos.