Dos experiencias, desde La Plata y Villa Elvira
Los muertos que tapan
por Florencia Allegra (Marcha, 9/4)
El saldo que dejó la inundación en la capital de la provincia de Buenos Aires va saliendo a la luz a partir de testimonios e investigaciones aisladas que dan cuenta de una realidad mucho más trágica a la planteada por los datos oficiales.
“Me dijeron que son dos los nenes muertos en ese barrio y hay dos más desaparecidos. Pero nadie sabe bien qué hacer”. Así Viviana comienza su testimonio que se une al de Vanesa. Y al de Susana. En todos, el punto en común es uno: niños fallecidos. Datos ocultos. Cifras adulteradas.
Según datos oficiales, esos que se enmarcan dentro de lo que el gobierno considera “verídico” en contraste con la información “no confirmada” el temporal que azotó a la ciudad de La Plata y literalmente la tapó bajo el agua, sólo dejó un saldo de 51 personas muertas, todas mayores de edad.
Recién en la noche del lunes, la Justicia platense fue la que forzó a que ese listado sumara un nuevo muerto, el número 52, cuyo deceso no había sido vinculado con la inundación, es decir, que no había sido considerado víctima del temporal.
Pero los datos no cierran. Se habla de más de 300 muertos en la ciudad. Los relatos de vecinos, los testimonios de la gente, los gigantescos hospitales que se quedaron sin electricidad ni equipos con cientos de internados de gravedad, la tragedia en sí revela que la cantidad de víctimas fatales es muy superior al 51 que intentó sostener hasta el lunes y que ratificó en cada conferencia de prensa el discurso del gobierno nacional, provincial y municipal.
El número de personas muertas reconocidas oficialmente comenzó a conocerse el martes a la madrugada siendo de dos víctimas, el miércoles a la mañana había ascendido a 6, al mediodía a 15, por la noche del jueves a 51 y ahí se frenó. Desde ese jueves y hasta este lunes- cuando el gobernador Daniel Scioli en conferencia ratificó las cifras-, no trepó más la cantidad de víctimas. Justo cuando bajó el agua.
No obstante, por cuadra en La Plata, hay un promedio de dos muertos. En algunos barrios los vecinos cuentan de familias enteras ahogadas dentro de los autos o de personas que intentando salir de sus casas quedaron electrocutadas. O aplastadas por las casillas.
En la morgue platense el hermetismo genera más dudas. Nadie da datos y periodistas de medios locales afirman que vieron entrar y salir ambulancias de manera constante en estos últimos 4 días.
Los vecinos aprovechan a descargar sus denuncias a los particulares que se acercan a prestar asistencia llevando alimentos o ropa, y afirman que vieron cuerpos, que saben de la existencia de nenes muertos.
Viviana, encargada del comedor de Barrio Aeropuerto afirma que dos niños que asistían al centro a comer y a recibir apoyo escolar no pudieron ser rescatados y que otros dos permanecen desparecidos. “Hicimos la denuncia de eso en la DDI, pero nadie habla de eso”, le confió a una vecina del centro.
Entre las versiones, también trascendió una carta publicada por un párroco de una Iglesia de Abasto donde denuncia que son 4 los chiquitos que murieron ahogados por la inundación en su barrio, mientras que el de la parroquia Santa Rosa de Lima denunció que había más de 100 muertos.
Quienes se acercan a dejar su donación desde afuera comienzan a notar esa realidad distinta a la reflejada en el discurso oficial, donde el foco es la solidaridad y no lo que dejó el agua.
Lujan Rey, la mamá de Lucas Menghini -victima de la tragedia de Once- también denunció muertos en su cuenta de Faceebook: “Nos contaron que en Villa Elvira, hubo más de cincuenta muertos, muchos chicos, que aparecieron abrazados a los árboles porque los arrastro la corriente. Nos dijeron también, por primera vez, algo que nos repetirían durante toda la tarde la mayoría de las personas con las que hablamos....que hay más de cien muertos...habría versiones de que estarían trasladando los NN a la morgue de Quilmes”.
En blogs y páginas independientes, también las cifras son dispares. En Verdad.es afirman que son 360 los muertos de acuerdo a lo que relevó el 911 y a fuentes policiales.
Vecinos cercanos al Hospital Español comentaron que fueron muchas las personas internadas que no resistieron el corte de electricidad en las unidades de mayores cuidados, dado que los generadores de luz quedaron bajo el agua en el subsuelo.
Al referirse a los hospitales, el blog afirmó: “Hemos recibido denuncias de médicos del Hospital Español y San Martin quienes aseguran que en las dos instituciones han registrado de manera precaria el fallecimiento de unos 250 personas que se encontraban internados en las salas de Terapia y Coronaria que no fueron contabilizados como personas fallecidas por el temporal pese a que las mismas perdieron la vida a causa de la falta de luz y no poder ser trasladados a otros nosocomios”.
Por el lado judicial, es el juez Luis Arias comenzó a investigar por muertes no incluidas en el listado oficial. Él mismo afirmó este lunes la existencia de la victima 52, Juan Carlos García, quien murió arrastrado por la corriente en la esquina de 22 y 34 y del que se tuvo conocimiento a partir de la denuncia de los familiares.
"Se han registrado muertes que no fueron informadas a la Justicia", alertó el juez, quien junto al Defensor de Menores Julián Axat recorrió el hospital San Roque de Gonnet días atrás. “Hay una diversidad de situaciones que no están registradas", dijo en esa oportunidad.
Sobre este punto, el magistrado fue más contundente: "Hay personas que inclusive fallecieron el viernes por haberle entrado agua en sus pulmones, padecieron hipotermia y murieron de paro cardíaco y estas personas no están en los registros oficiales".
Más allá de las versiones que dejan a los datos oficiales en ridículo, solo basta caminar por la ciudad para entender la dimensión de lo que ocurrió. El agua castigó a la ciudad, arrastró árboles y llegó hasta los techos de algunas casas. No avisó. Y fue rotunda. Como lo son las versiones que hablan de cientos y cientos de muertos y que convierten a la tragedia en una catástrofe de la cual muchos no quieren hablar.
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por Diego Valeriano (Lobo Suelto, 10/4)
Agua, muchísima agua, el paquete de velas 20 mangos en Villa Elvira, cinco trabajadores esclavos que perdieron todo y tienen que pagarlo, Club Med; calles como ríos. Subiendo las cosas a la cama y después al armario y después se ahogan conmigo. Infinidad de gritos en la oscuridad, celulares última generación que no responden, redes sociales, cruzar nadando la calle para ayudar a la vieja que vive sola y los hijos nunca pasan a ver; una, dos, tres, cuatro horas y no para, autos flotando. Un chabón subido a un árbol en la plaza, sigue lloviendo, la 7 es un río tempestuoso que se lleva puesto todo. Paró, silencio, oscuridad. Los perros comienzan a ladrar, los chicos lloran y nadie duerme, el agua baja de a poco, solidaridad entre víctimas. Sale el sol y empiezan algunos saqueos, pocos, poquitos porque no quedo mucho, plasmas al lado de los cuerpos; bomberos, policías, municipales, militantes, funcionarios desconcertados. Aparecen más cuerpos, miles de miles de victimas, quince vecinos en la única casa de la cuadra con planta alta, gente deambulando, lagrimas, llantos, gritos de dolor; basura. Celulares que no andan, miedo, limpieza; aparecen más cuerpos, Facebook, rumores, me contó mi hermana que vive en Villa Motoro, solidaridad entre parientes. Macri, Bruera, Scioli, Cristina, Magnetto, Lanata; administración de las propias carreras; planes de emergencia, Twitter operando, medios operando, miedo operando. Dormir en el suelo, mandar los pibes a lo de un amiguito, no encontrar a la Tía. Agua potable y lavandina, bidón de cinco litros de agua de mesa a cuarenta pesos, Espadol y cagadera. Corte de calle, solidaridades; solidaridad oficialista, solidaridad opositora, volanteada convocando a la asamblea; colchones. Transformadores de Edelap, comida podrida en la heladera, comunicados de prensa, camiones de basura repletos que no pueden más, va volviendo la luz y quitando algo el miedo; gente que sale a correr, festeja cumpleaños y entierra a sus muertos. Marca a un metro setenta, rumores, especialistas, todos los muebles a la calle, olor que empieza a subir, gatos muertos, nenes que no aparecen. Gendarmería en los barrios destartalados de antes, hacemos un chino, militantes con todos los dientes entrando de pechito. Bandas con pecheras, bandas enfierradas, camiones repletos de mercadería que no llegan ¿Dónde compro merca? Solidaridad cristiana, solidaridad antipolítica en el club de rugby. Yo, yo y yo llevo la ayuda. Solidaridad televisada, oportunistas y calculadores. Hundidos y flotando, cagan a trompada a la peruana que vendía las velas a 20 mangos, reventa, cortes de calles, asambleas, clase media a la altura de la catástrofe, mezquindades, obviedades, asueto y bandera a media asta. Recolección de residuos, camiones y más camiones, ¿Por qué no paran en mi cuadra? Diputado oportunista dona su sueldo ¿a quién se lo dona? En la radio una señora lo felicita, termina el círculo. Panelista indignado, periodista se relame, cambio climático, ciudadanía movilizada feliz de hacerlo. Llamo a la radio y dejo el mensaje, posteo en facebook, puteo en twitter. Calculo infinito, desprecio por las víctimas, cada quien a su juego. Empezar de nuevo, todo a la calle, una mesa que trajo mi cuñada de Burzaco, una tele que estaba en la pieza de Mateo; lo que más me duele son los libros, y también las fotos, si, si las fotos. Colchones que no hay, ropa que sobra; la ropa se seca, solidaridad con lo que sobra, solidaridad con lo que no se tiene. Dolor en el pecho, angustia y tristeza. Gimnasia empató y River le ganó a Racing: normalidad que comienza a salir a flote. 392 milímetros que no muestran nada nuevo.