Revista Salud y Bienestar
Desde el día dos de este recién estrenado año en España no se puede fumar en los espacios públicos cerrados. No está permitido hacerlo ni en bares ni restaurantes ni en aeropuertos, estaciones, hospitales... Muchos apoyan esta ley... En mi entorno, la mayoría.Otros muchos consideran que esta ley es una «caza de brujas» que persigue al fumador y pasa a convertirlo en poco menos que un apestado, una especie de proscrito al que hay que perseguir y aniquilar. Yo, aparte de otras cosas, soy ex-fumadora. Lo dejé hace ya 18 años y me costó lo mío, creanme. Dejar de fumar no es nada fácil, sobre todo cuando uno no está realmente convencido de que quiere dejarlo. Si no tiene esta convicción es mejor que ni siquiera se lo plantee, porque está abocado al fracaso. Sé lo que sufren los que fuman y no pueden dejarlo. Sé el placer que supone tomarse un cafecito y acompañarlo de un cigarrito y disfrutar de unos minutos para uno mismo.Lo sé.Pero creo que esta ley, aunque muchos afirmen lo contrario, no va contra los fumadores. Defiende a los no fumadores.Creo que uno es muy libre de fumar si lo desea, por supuesto, pero en su casa o en la calle. Nadie prohibe o veta fumar. Se veta y se impide que lo haga en espacios que son compartidos por otras personas que no fuman. No creo que la Sanidad española, que las leyes en general, deban ser paternalistas ni deban hacer por nosotros lo que nosotros no deseamos hacer. Eso quedó atrás... y es estúpido.Los fumadores... que muchos de ellos presumen de ser respetuosos con los que no comparten su hábito y en realidad no lo son tanto, deben entender que esta ley es necesaria. A mí también me parece ridícula... como me lo parece obligar a que uno se tenga que poner el cinturón de seguridad en el coche o a impedir que los conductores bebidos cojan el coche o a prohibir que uno deje sólo en casa a un niño pequeño. Y otras muchas cosas más. Cuando las actitudes respetuosas no brotan de forma espontánea, de alguna forma se debe proteger a los que no comparten ese hábito o pueden resultar afectados de forma directa por sus efectos. Porque no vivimos solos ni aislados ni en una burbuja. Por suerte o por desgracia, nuestros actos en demasiadas ocasiones afectan a los que están cerca de nosotros.Creo que uno es muy libre de fumar si lo desea. Si no le preocupa su salud o no se lo plantea, me parece correcto. Uno es libre de tomar sus propias decisiones y eso no se debería de cuestionar jamás. Pero cuando alguien fuma en un sitio cerrado no le afecta sólo a él. Le afecta a mucha gente más.Estoy acostumbrada como profesional a ver personas afectadas directamente por el humo de tabaco sin ser fumadores: niños y ancianos, sobre todo. Pero también camareros, dependientes... en fin.A mí tampoco me gusta esta ley, creo que tendría que haber sido innecesaria... pero la apoyo. Y, por ahora, nada más.