por José Manuel Vecino Pico
“Donde hay un árbol es porque antes hubo una semilla”, esta frase del saber popular me lleva a compartir algunas ideas que espero resulten de interés para quienes todos los días transitan la vida en la búsqueda de experiencias que les permitan reconocer el sentido de lo que hacen y sobre todo en encontrar la satisfacción de los esfuerzos hechos en el camino de vida recorrido. Si a veces nos quejamos del desierto de sentido por el que atraviesa nuestra realidad, es quizá porque abandonamos nuestro destino en manos de terceros, porque permitimos que otros nos señalen la ruta que debemos seguir.
Este árbol lleno de realidades pero también de potencialidades, es la expresión de lo que diariamente hacemos para que sea más o menos frondoso. Esta frase nos invita también a no desfallecer en la certeza de que nuestros trabajos serán recompensados y que obtendrán los frutos esperados. Muchas veces creemos que nuestros caminos no conducen a ninguna parte o que son estériles nuestros intentos, sin embargo no podemos perder la esperanza en la historia y en los resultados que vendrán más temprano que tarde.
“La visión es un sueño en acción” decía Baker en su invitación a no desfallecer en los esfuerzos requeridos para alcanzar la cima prometida. La fuerza para avanzar en el propósito nace de adentro de la motivación con la que impulsamos los deseos y el ánimo que le ponemos a lo que hacemos. Somos responsables de la historia que vamos construyendo, los demás son inspiración, compañeros de viaje elegidos o asignados para vivir las experiencias cotidianas que me dicen lo valioso que es encontrar personas que apoyen nuestros esfuerzos.
Cada día tenemos la responsabilidad de identificar las acciones requeridas para avanzar hacia la meta, no basta con querer alcanzar algo, es preciso ponernos en marcha y no desfallecer u olvidarnos de la ruta que debemos transitar. En nuestro caminar encontramos situaciones o personas que nos distraen de ese camino principal, o simplemente abandonamos porque nos parece difícil, largo o tortuoso y preferimos la comodidad que nos ofrecen las tentaciones de una realidad efímera, pasajera y en ocasiones carente de sentido.
“Ser líderes de sí mismos” significa que el triunfo no está afuera ni es la consecuencia de hechos pasados, sino que se trata de una experiencia que vamos construyendo cada día, que alimentamos con lo que hacemos en lo laboral, lo académico, lo social, familiar y demás aspectos que constituyen nuestra cotidianidad. Nuestra historia personal se va tejiendo con lo que hemos sembrado en nuestra vida, se proyecta al futuro desde la realidad actual, desde nuestras capacidades que nos llevan a tomar el control de nuestras vidas y a ser artífices de las realidades que nos corresponde vivir como consecuencia consciente y no como experiencia derivada de situaciones ajenas.
“Hacer que las cosas pasen” es una de las grandes invitaciones que nos hace S. Covey al hablar de proactividad, se trata de aceptar que la historia está en nuestras manos, que no debemos recurrir a interpretaciones maniqueas, reduccionistas o esotéricas que nos llevan a encontrar los responsables de lo que nos pasa en dimensiones que sobrepasan nuestra capacidad de entendimiento pero a las cuales siempre podemos echar la culpa. Asumir las riendas de la vida y convertirnos en protagonistas de nuestra propia historia es la capacidad que tenemos de ampliar nuestro círculo de influencia, de convertirnos en testimonio vivo de que es posible superar las dificultades y de intervenir en la realidad que vivimos.
“El hecho de que pueda hacer algo no significa que deba hacerlo” es una impactante invitación de Dave Marcum que nos obliga a pensar en la razón de ser de la acción en el sentido de reconocer que no basta con tener la capacidad sino que es preciso identificar si es conveniente para nuestro desarrollo personal. En muchas ocasiones navegamos en el mar de las organizaciones tratando de encontrar algo que nos satisfaga como profesionales y nos olvidamos que en el proceso es preciso contribuir y dejar nuestra huella como testimonio que no fue en vano nuestro paso por la historia compartida. El hecho de contar con los recursos necesarios para adquirir o hacer algo no nos habilita para justificarlo como adecuado y necesario. En muchas situaciones de nuestra vida profesional y laboral recurrimos a nuestro cargo, experiencia, formación o popularidad para demostrar que podemos imponer nuestro punto de vista, sin embargo sabemos que no es necesariamente lo correcto.
“Empoderar es reconocer la capacidad que el otro tiene para hacer algo”, se refiere esta frase a la necesidad de dejar fluir las capacidades de las personas y reconocer que cada colaborador puede contribuir significativamente en la consecución de los resultados de la empresa, que es capaz de tomas decisiones y de asumir las consecuencias de sus actos. Es una manera de ganar experiencia y autonomía, una forma de capacitar al colaborador para que desarrolle criterio propio y emerja como un líder capaz de tener una visión holística de su propio contexto y no sólo un ejecutor de tareas que no cuestiona sino que obedece.
“Hacer lo correcto aunque resulte difícil” es la invitación que nos lleva a incorporar los aspectos éticos en la gestión cotidiana de la organización, reconocer que el camino empresarial está lleno de tentaciones y de ofrecimientos que no necesariamente llevan al éxito sostenible de la organización. Lo correcto implica el reconocimiento de la integridad como valor personal que involucra al equipo de trabajo. El éxito personal no es el resultado ni el punto de llegada únicamente, incluye un proceso lleno de dificultades quizá pero que asumió los costos de la legalidad. Los valores son guías que orientan la acción, son luces que iluminan el camino de la cotidianidad y que nos conducen a los resultados esperados, no son la meta pero nos llevan a ella sin atropellar ni descalificar a los demás.
Estas breves reflexiones son una invitación para que asumamos la realidad que nos correspondió vivir como un reto, donde somos capaces de interpretar la historia como una consecuencia que nace de nuestras propias manos y en ellas hemos moldeado las situaciones que afrontamos cada día. Somos líderes, somos protagonistas y por tanto ejemplo para quienes ven en nuestra manera de actuar una invitación para entender que los problemas naturales de la existencia se resuelven desde nuestra propia capacidad personal y con el apoyo de quienes siempre han estado pendientes de nosotros.
Autor José Manuel Vecino Pico - [email protected] - Magíster en Gestión Ambiental, Filósofo, Especialista en Gerencia de Recursos Humanos, Gerente General en JOB MANAGEMENT VISION.