Recientemente he tenido la oportunidad de participar en las elecciones locales en España. Estuve como apoderado del PSOE en un colegio electoral. Esto me ha llevado a tener una experiencia desde dentro del proceso de votación en dos países con distintos sistemas electorales, España y Chile. Esto atendiendo al hecho de que he ocupado el mismo cargo de apoderado en elecciones en Chile, por el PPD.
A raíz de esta experiencia escribí una nota que fue publica en PoliticaPublica.cl, para mostrar algunas de las similitudes y diferencias en el proceso. Sin embargo, me parece una buena excusa para seguir reflexionando sobre el tema de la democracia. Particularmente ahora, que en ambos países y por situaciones muy distintas se cuestiona la realidad de la representación democrática.
Para quienes no han visto los paralelismos, los resumo. En España, a partir de una marcha convocada para el 15 de mayo de 2011 (#15M) se genera una movimiento de carácter nacional (y europeo) por una mayor y mejor democracia. El espíritu del proceso es criticar el que los partidos mayoritarios (PSOE y PP) acuerdan soluciones a la crisis económica, que tiene al 20% de la población en desempleo, sin respetar los deseos de los ciudadanos, sino preocupados por confortar a los capitales nacionales e internacionales.
Por otro lado, en Chile, las marchas y protestas contra Hydroaisén en el sur y la instalación de termoeléctricas en el norte, ha dejado claro que la ciudadanía no aprueba la forma en que los gobiernos del país han tratado el tema energético y las facilidades que se les ha dado a las grandes empresas para que depreden el país.
Similares descontentos ciudadanos se están viendo en muchos países y por similares motivos, las autoridades no hacen lo que se espera de ellas pese a que dicen representar a la ciudadanía. Grecia y Portugal por los ajustes de la crisis; Italia, por las berlusconiadas; México, por el costo en vidas de la guerra antinarco; Alemania, por la insistencia en los planes nucleares justo antes de Fukushima, son algunos de los países donde la ciudadanía ha elevado la voz para decirle a sus gobiernos que no está de acuerdo con la forma en que manejan la política y en todos los cosos uno de los reclamos más mencionados es la falta de democracia al momento de tomar decisiones.
En el marco de las acampadas de Barcelona dentro del movimiento 15M, Manuel Castells hace una reflexión sobre estos temas y los problemas actuales de la democracia representativa, particularmente en España. Sobre ésta pone el acento en el sistema electoral y específicamente en las listas cerradas como uno de los peores elementos antidemocráticos. Esa característica diferencia mucho los sistemas europeos de los americanos, cuestión que pude apreciar en los procesos electorales en los que he participado. Sin embargo, esta diferencia no parece suficiente para incrementar los grados de satisfacción con la democracia en América Latina, pues más del 50% muestra insatisfacción con ésta ( Latinobarómetro 2010).
A pesar de algunas buenas ideas y mejores intenciones, soy pesimista al respecto a los cambios que se puedan realizar. No creo en una modificación FUNDAMENTAL de la democracia en occidente a partir de estos movimientos ciudadanos. Entre otras cosas porque ya hemos vistos que movimientos similares, como el de Mayo del 68, no logran entusiasmar a las mayorías ciudadanos lo suficiente como para cambiar lo fundamental. Por otro lado, la naturaleza misma de estos movimientos les impide convertirse en partidos u otros sistemas de presión permanente que vigilen el cambio. Por ello creo en los pequeños cambios, en los avances reformistas, amarillos y conformistas. Esos cambios que los revolucionarios odian tanto.
Algo cambiará después de todas estas marchas y protestas, seguro que sí, lo suficiente para que nada cambie.
Nota: deliberadamente he omitido aquí los procesos de medio oriente, pues no estoy seguro de que obedezcan a las mismas causas, aun cuando pueden haber actuado como detonantes o ejemplos miméticos.