Un sucio, un jarrón quebrado, una interrupción en una conversación fueron motivo suficiente para un regaño y para cambiar el humor del día. La sonrisas se esfuman, los momentos preciados se pierden y las memorias se manchan con palabras agrias. Lo mismo hacemos con los nietos o peor aún, vemos como nuestros hijos repiten este comportamiento con su propia descendencia. El tiempo es ahora, las reglas son flexibles, podemos cambiar y hacerlo mejor. Veamos a los niños como lo que son: ¡Niños! Personas que están en constante aprendizaje
Para ilustrar esta idea, traemos a la mesa un video reflexivo de Mariano Osorio, con una anécdota que nos hará pensar y, con suerte, cambiará nuestro rumbo. Esperamos que toque sus fibras, como lo hizo con las nuestras. ¡Feliz día!
