“… Todos nosotros somos un prodigio, todos representamos una proeza descomunal. Estar vivo es el resultado feliz de una batalla feroz contra las circunstancias: sólo recordar que el espermatozoide que participó en tu concepción tuvo que competir contra cien millones de espermatozoides da idea del esfuerzo. Repitamos una vez más lo obvio: para nacer es necesario que antes se haya dado una larguísima cadena de éxitos. Nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros recontratatarabuelos de las cavernas lograron ser un huevo fertilizado, y luego un embrión viable, y luego un bebé lo suficientemente sano. Y a partir de ahí supieron crecer, mantenerse vivos, encontrar pareja, procrear, cuidar de su prole. Somos guerreros e hijos de guerreros, todos victoriosos. Haber llegado a nacer es más venturoso y más difícil que sacarse el Gordo de la lotería…”. Rosa Montero.
Esta mujer es una de mis lecturas dominicales(*) obligadas porque sé que esté de acuerdo con su punto de vista o no siempre me hace reflexionar, y en algunas ocasiones, como esta, me inspira.
En épocas difíciles es fácil perder de vista lo esencial; la fuerza de la vida, esa que siempre se abre camino y sale adelante, reside en nuestro interior, está impresa en nuestra memoria celular, es nuestra fuerza. Sólo necesitamos confiar en ella.
Encontrarás su artículo completo en este enlace:
Cuando no se puede decir “no puedo”, por Rosa Montero.
(*) La autora es colaboradora habitual de “El País Semanal”, el suplemento dominical del diario “El País”.