Revista Coaching

Reflexiones sobre la vida y la muerte

Por Adrylin

Una vez más aquella dama de negro vino de visita, se presentó sin previo aviso a quien menos lo esperaba, los planes para el día siguiente quedaron truncados porque él simplemente tenía que acompañarla, no se pudo hacer nada, y como muchas otras veces quizás era lo que tenía que pasar.

La pena que invade al corazón cuando un ser querido se nos adelanta en el paso de cambio de vida es algo indescriptible, la sensación de impotencia, de no poder hacer nada para que permanezca más tiempo con nosotros es realmente uno de los sentimientos más dolorosos que un ser humano podría experimentar, luego viene un tiempo de desolación, no es fácil entender que aquella persona ya no volverá a decirnos una palabra, que no volverá a darnos un abrazo o un beso.

Reflexiones sobre la vida y la muerte

Entender que debemos seguir adelante sin esa persona a veces nos puede hacer sumir en un estado de depresión muy fuerte, a veces nos gustaría haber cambiado el lugar con esa persona y no importa cuantas cosas tengamos dentro de nosotros, es algo que no podemos evitar y lo más sano para todos es tratar de aceptarlo sin entenderlo, sin preguntarse porqué, resignarnos y tomarnos el tiempo que necesitemos para superar la pérdida, permitirnos vivir el duelo emocional que acompaña a todo este proceso.

Y mientras los más cercanos lloran desconsoladamente está pérdida inesperada, yo recuerdo mis pérdidas que aunque no son recientes, aún están presentes en el corazón. Y me pongo a pensar, ¿en realidad estamos viviendo o solo estamos sobreviviendo?.

De pronto esa frase que dice «Vive cada día de tu vida como si fuera el último» se llena de significado, entonces uno se da cuenta de que en realidad un día será verdad, un día será el último. Sabemos cuando nacemos pero no sabemos cuando dejaremos este mundo. Por ello es importante cada día agradecer por todo lo que recibimos, desde el cálido rayito de sol, hasta la sonrisa o «malhumor» de las personas en la calle, el simple hecho de estar vivos es un motivo para dar las gracias, además cuando discutamos con alguien y si queda resentimiento, preguntarnos en realidad¿ vale la pena? Y si, ¿esa persona o nosotros dejamos este mundo mañana? y ¿si no tenemos tiempo de disculparnos y perdonar?

Por eso a vivir cada día bien, sin remordimientos, perdonando, quizás muchas relaciones no puedan ser igual que antes, el perdón no significa reconciliación pero si es paz, paz del corazón.


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