Revista Opinión

Reflexiones Sobre Thánatos

Publicado el 02 marzo 2019 por Carlosgu82

Reflexiones sobre Thánatos. Ya que hace poco publiqué algo sobre Eros, hablemos hoy de su antagonista. Dijo el cómico Bob Hope que a él no le importaba morir, pero que no le gustaban los preliminares. Con esto quiso decir que lo horrible de la muerte no reside en ella, pues es descansar, dejar de sentir, sino en los duros pasos preliminares: la lucha entre el organismo (agonía viene del griego agón, lucha) y las bacterias o las células cancerígenas que lo están destruyendo, las infecciones, la falta de oxígeno… De hecho, como veremos, esas largas agonías son propias de los humanos y los animales domésticos o en zoológicos. En la naturaleza no existen.
La filosofía como ejercicio para la muerte es el tema central del Fedón, de Platón. El filósofo no teme a la muerte porque se prepara despegándose de todo lo que lo ata a la vida: placeres, riquezas… Sentir que uno se va a morir es propio de los humanos. No creo que una planta pueda presentir algo así y tal vez tampoco los animales lo hagan, quizá solo los muy cercanos a nosotros. De ese saber que nos vamos a morir nace la filosofía, según la mayoría de los filósofos. Los animales no presienten su muerte, por eso no hacen testamentos ni compran fosas anticipadamente. Sentir la muerte propia es imposible, ya que sentimos solo mientras estamos vivos, como agudamente observó Epicuro. Pero sentimos la muerte de otros, a veces demasiado, tanto que queremos conservarlos a toda costa, aunque su vida haya quedado disminuida al extremo por un derrame cerebral o un infarto, aunque se encuentren en coma. Eso es posible solo para los humanos, que construimos ciudades, hospitales y cementerios para tener cerca a los deudos queridos. Dice Federico Rivanera, autor de La judaización del cristianismo y muy versado en el tema, que los primeros hospitales de Occidente fueron hechos por cristianos y que estos trasladaron los cementerios dentro de las ciudades y cerca de las iglesias. En los cementerios se hacían procesiones. Hoy se celebran misas en esos lugares todavía. Todo ese culto a la muerte se da entre los humanos. Los animales lo desconocen. De hecho, el envejecimiento y las largas agonías no son, como piensan algunos, decretos de un Dios malvado, sino obra exclusivamente humana. Un Neanderthal jamás murió de cáncer. Tan pronto se mostraba enfermo era atacado por algún predador. Hay huesos de Neanderthal que muestran que fue muerto por un tigre dientes de sable. Una muerte rápida como es común en la naturaleza. Pero nosotros, con nuestra civilización, aunque hemos dado mucha calidad de vida a los enfermos también, en ocasiones, solo prolongamos su agonía, tal vez por un insano deseo de conservarlos a toda costa, deseo del que nacen los progresos de la medicina, pero también las grandes ganancias de la industria farmacéutica, de algunos médicos y algunas iglesias a las que la gente acude en espera de un milagro que restaure la salud de un agonizante.


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