Si alguien ha visto en las recientes discusiones del canal del congreso y le parece que lo trascendente son los aspectos de etiqueta y buen gusto, permítame orientarle: esto es para usted.
Durante las negociaciones del TLC de América del Norte, el presidente Bush le pidió a Salinas la apertura de PEMEX al capital estadunidense.
Carlos Salinas respondió "claro que sí, señor, sólo que a cambio pediríamos una reforma migratoria total, que se abran por completo las fronteras de Norteamérica, al modo de la Unión Europea".
Esto ejemplifica valor de la privatización energética que está sucediendo. Los congresistas mexicanos han entregado el meganegocio multimillonario a cambio de nada. El gobierno será recompensado por sus amos internacionales, pero el pueblo sólo recibirá mayores impuestos y ningún peso por esta privatización.
No se entienda que estoy de alguna manera ponderando positivamente al infeliz de Salinas. A él lo cuento en la clase política que está deshaciendo la dignidad del Estado mexicano.
Entiendase, una cosa es perder el territorio de Texas en una guerra y otra, muy distinta, es encima ofrecer venderles "La Mesilla".
O regalársela.
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