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Refranes: "No pongas leyes nuevas en casas viejas".

Publicado el 15 febrero 2014 por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Mi madre echa mano últimamente muchas veces de este refrán que, por cierto, yo no encuentro publicado en ninguna parte. El sentido se entiende, pero el contenido es discutible.
Es verdad que con el paso del tiempo nos volvemos más rígidos en nuestras costumbres, nos acartonamos en los hábitos y  tendemos a ser inflexibles en nuestras ideas; pero también es cierto que la vida es un cambio permanente, que necesita una flexibilidad constante: lo contrario sería la rigidez de la muerte.
La vida es una continua adaptación y se lleva muy mal con la esclerosis del pensamiento. Un tallo joven y tierno que se inclina y curva ante la potencia del viento resistirá mejor los vendavales. La rama agarrotada con el tiempo se romperá... la flexibilidad nos hace capear el temporal.
Yo entiendo que mi madre, a sus noventa años, le cueste mucho aceptar las novedades, digerir la enorme profusión de estímulos que nos presenta la vida actual. Manejar la cantidad y magnitud de los sucesos pasando a gran velocidad en el ocaso de su existencia. Y, aunque ella no lo crea, se adapta bastante bien. Sabe distinguir perfectamente lo importante y lo accesorio y, venciendo las protestas de un cuerpo bajo mínimos lucha por adaptarse. Hace tiempo que tiene claro que vive horas de descuento.
A veces le replico que, como cristiana que es, no debe pensar así: ¿Acaso no exige Dios la conversión de los hombres, sean niños o viejos? ¿No será grande el cambio que le pide, y sin embargo, lo demanda?

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