Revista Cultura y Ocio
Esta semana sigo intentando ponerme al día con las lecturas que he quedado rezagadas las semanas anteriores. Por eso estoy leyendo aún Atomka de Franck Thilliez.
Cuando lo termine seguramente empezaré a leer Cerdos y Gallinas de Carlos Quilez aunque no tengo muy claro como me irá la semana lectora porque vuelvo a tener viaje de trabajo y eso suele retrasar mucho mis planes. Menos mal que ya mismo empiezo unos días de vacaciones hasta después de Reyes. Ando con la cuenta atrás.
Capítulo XLVIII. Donde prosigue el canónigo la materia de los libros de caballerías, con otras cosas dignas de su ingenio.
Desde luego entre el canónigo y el cura en este capítulo bien son capaces de poner el mundo de las letras patas arriba, introduciendo incluso la figura del Censor, tal y como propone en algún momento el cura. Una figura en la Corte, letrada y con sabiduría que, antes de que las obras se ofrezcan al pueblo, las apruebe o las mande corregir si quieren ser editadas o representadas en el caso de las comedias. En este capítulo, no sólo los libros de caballerías le parecen mal a ambos personajes sino que las comedias que se representan para entretener al pueblo también son perversas y nefastas para sus débiles cerebros.
Al final, llegan a una zona donde deciden acampar y descansar. Un lugar donde Sancho aprovecha para dirigirse a su señor y decirle que quienes les guían son el cura y el barbero de su pueblo y que él no está encantado sino que está siendo engañado. Don Quijote evidentemente no se lo cree a pesar de lo que Sancho le insiste.
Capítulo XLIX. Donde se trata del discreto coloquio que Sancho Panza tuvo con su señor don Quijote.
Sancho llega a un acuerdo con su señor exponiéndole que va a ayudarle a escapar de la jaula y volverán a los campos para tener grandes aventuras y así demostrarle que no está encantado.
Consigue que lo saquen de la jaula para que pueda hacer sus necesidades y Don Quijote se queda charlando con el canónigo sobre los libros de caballería y la locura que le han producido. Le recomienda que deje de leerlos y lea otro tipo de historias de héroes que son verdaderos y existieron. Los dos empiezan una discusión sobre la verdad y la mentira de los libros de caballería.