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Los niños de cinco años que
beben refrescos todos los días podrían tener más problemas conductuales
que los niños con dietas que no incluyen a los refrescos, sugiere un
nuevo estudio de los niños de EE. UU.
Tras observar a casi 3,000
familias urbanas, los investigadores hallaron que las puntuaciones de
los niños de cinco años en una medida estándar de agresividad tendían a
aumentar junto con su consumo de refrescos. Y los niños de kínder
que bebían cuatro o más porciones al día eran particularmente
agresivos, según los informes de sus madres. Tenían alrededor del doble
de probabilidades que otros niños de pelear o de destruir propiedad,
informan los investigadores en la edición del 16 de agosto de la revista
Journal of Pediatrics. Y también presentaban más problemas de atención que los niños que no bebían refrescos.
Los expertos enfatizaron rápidamente que nada de esto prueba que los refrescos en sí tengan la culpa. "Se
trata de una correlación. No afirmamos que los refrescos provoquen
agresividad", apuntó la investigadora líder, Shakira Suglia, profesora
asistente de epidemiología en la Facultad de Salud Pública Mailman de la
Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York.
Pero,
añadió Suglia, ya hay motivos para evitar que los niños beban refrescos
ricos en azúcar y con cafeína. "Los refrescos no tienen ningún valor
nutricional para los niños", advirtió.
Una psicóloga infantil que no participó en la investigación se mostró de acuerdo.
Es
"imposible aclarar" el efecto de una parte de la dieta de un niño sobre
la agresividad, apuntó Rahil Briggs, directora de servicios pediátricos
de salud conductual del Hospital Pediátrico Montefiore, en la ciudad de
Nueva York.
"Aún así, la Academia Americana de Pediatría
(American Academy of Pediatrics) ha planteado repetidamente la
eliminación de los refrescos de las dietas de los niños [y] de las
escuelas", añadió Briggs. "No limitar su ingesta, sino eliminarla
totalmente". La academia es un destacado grupo de pediatras
estadounidenses.
Briggs anotó que ese consejo se basa en
evidencias que vinculan el consumo de refrescos en los niños con unos
mayores riesgos de obesidad, caries y, posiblemente, problemas
conductuales.
Algunas investigaciones anteriores han vinculado la
ingesta de refrescos con una conducta agresiva en los niños mayores,
apuntó Suglia. El nuevo estudio amplía esos hallazgos a los niños más
pequeños.
Los resultados se basan en 2,929 parejas de madres e
hijos en 20 ciudades de EE. UU., muchas de las cuales procedían de
hogares de madres solteras con unos ingresos bajos. Las madres
reportaron que a los cinco años de edad el 43 por ciento de los niños
bebían refrescos por lo menos una vez al día, mientras que el 4 por
ciento consumían cuatro o más al día.
En general, las
puntuaciones de los niños en la escala de agresividad aumentaron junto
con su ingesta de refrescos, halló el equipo de Suglia. Esas
puntuaciones se basaron en las respuestas de las madres a un
cuestionario estándar, que preguntaba con qué frecuencia los niños
participaban en pleitos, destruían propiedad o se portaban mal de otra
forma.
"Intentamos tomar en cuenta otras cosas que podrían
afectar tanto la ingesta de refrescos como la conducta agresiva de los
niños", apuntó Suglia.
Esto incluyó los niveles educativos de las
madres, cualquier informe de abuso doméstico y con qué frecuencia los
niños veían televisión y comían dulces. Al final, un consumo alto de
refrescos (cuatro o más al día) siguió vinculándose con un mayor riesgo
de conducta agresiva.
Sin embargo, los investigadores no pudieron
tomar en cuenta todo lo que podría explicar el vínculo. "Todavía cabe
la posibilidad de que alguna otra cosa sea la causa", dijo Suglia.
Tampoco
está claro cómo beber refrescos afectaría directamente a la conducta de
los niños pequeños. Suglia señaló que, en teoría, la cafeína o el
azúcar podrían tener un rol, aunque los estudios científicos han puesto
en duda la idea común de que el azúcar hace que los niños se vuelvan
hiperactivos o agresivos.
"Una de las limitaciones de nuestro
estudio es que no sabemos qué tipos de refrescos bebían los niños",
apuntó Suglia. "No sabemos si eran regulares, de dieta o sin cafeína".
Pero
a pesar de todas las preguntas, tanto Suglia como Briggs dijeron que
los padres harían bien en desterrar las bebidas azucaradas.
El
agua es una forma sin calorías para hidratarse, y la leche proporciona a
los niños los nutrientes necesarios, como proteínas, el calcio y la
vitamina D. Suglia anotó que se debe evitar incluso el jugo de fruta, si
tiene azúcar añadido.
"Independientemente de que la
investigación revele o no que este vínculo entre los refrescos y la
agresividad es real, hay muchos efectos negativos bien documentados del
consumo de refrescos en la niñez", advirtió Briggs.
"¿Por qué arriesgarse?", añadió.
Via
MedlinePlus
Foto:
www.revistacarrusel.cl