Revista Opinión

Refugiado en las trincheras

Publicado el 28 mayo 2011 por Ruben85 @Rumenez
La guerra estalló, nadie la imaginaba, nadie la esperaba. Todos conocíamos una vida cómoda y fácil. Pero la historia no depende de uno, sino de muchos y todo se vino abajo, tan rápido que el instante en que estalló, sería incomparable a la parte más pequeña de un segundo.
Refugiado en las trincherasY aquí me encuentro yo, jamás hubiese pensado en guerrear, parece tan lejano cuando la lucha se se ve en las noticias de la cajita cuadrada del salón. En el colegio no nos preparan para esto, no tengo ideas de supervivencia, ni de manejar armas, y apenas siquiera se defenderme de otra forma que no sea la verbal. ¿Y entonces, me resigno a morir como un misero cerdo de granja? Tendría que luchar.
Así fue como decidí entrar en una guerra que no me correspondía, que no había creado, pero que me tocaba vivir. Abandoné mi hogar, no hubo remedio, los enemigos bombardeaban la zona donde estaba mi casa, que ahora no es más que un montón de escombros debido a que le tocó una de las zonas más castigadas.. 
Encontré una pequeña trinchera abandonada y semidestruida, estaba algo escondida. Luche, trabajé y reconstruí, para hacerme un pequeño sitio desde en el que al menos poder defenderme de los numerosos disparos y ataques enemigos. Conseguí una vieja escopeta que aún disparaba y que disponía de algunos cartuchos. Sin lugar a dudas no podía hacer frente a helicópteros, tanques y marines preparados y armados hasta los dientes, pero al menos evitaría que los enemigos entren en mi trinchera sin resistencia.
Así pasó el tiempo, una dura y larga guerra, las muertes iban aumentando, así los difuntos y heridos graves iban trasladandose a casa de sus padres y/o familiares donde se enterraban en una pequeña cripta.
Refugiado en las trincherasA pesar de todo seguíamos resistiendo en la vieja trinchera, la que reconstruíamos cada vez que el enemigo la destruía. Aquí no podíamos relajarnos, un despiste era suficiente para que el enemigo nos acorralara y destruyera. Ellos son un ejercito más numerosos, mejor preparados, mientras que sus armas eran de últimas tecnología, automáticas, semiautomáticas, lanzamisiles. La mía no era más que una vieja escopeta con ciento cincuenta años de vida, que a veces se atrancaba. Pero aún subsistíamos. Se que podían destruirnos, pero no se lo iba a poner fácil. Al igual que nosotros, había trincheras repartidas, por todo el pueblo, toda la provincia, por todo el país. Pequeños grupos de personas resistiendo a trancas y barrancas las embestidas del enemigo.
Nuestra organización era mínima, teníamos generales, comandantes y todo ese tipo de engendros que cobran mucho sin hacer nada. Nuestro máximo mandatario era el Generalísimo Caudillo Juan Carlitos, seguido por el ilustrísimo Peta Zeta y el ingenioso hidalgo don Rajoy de las andanzas. De ellos dependía nuestra resistencía, pero no teníamos orden de actuar debido a que todos habían cogido vacaciones al mismo tiempo y de hecho llevaban años así.
El enemigo suele actuar en la última quincena de cada mes. Al acercarse la fecha, doblábamos los turnos. Ya venía una nueva embestida y llegaban en masa.
Venían disparos en forma de factura del coche. Pium, pium, respondí con mi vieja escopeta.
Me lanzaron una granada llamada alquiler del piso. Pium, pium, la esquivo tropezando y saliendo indemne de casualidad.
Desde el aire un helicóptero nos masacra con una lluvia de metralla, de luz, agua, comida, seguro del coche... Pium, Pium me defiendo disparando como puedo, ante un ataque así lo mejor es refugiarse.
Pium, una embestida más, el seguro del autónomo, pium, 
Refugiado en las trincherasCuando parecía que iba a salir airoso un mes más, viene un kamicaze de la DGT en forma de imprevisto y multazo. Pium, pium, me intento defender, pero el enemigo es demasiado numeroso. Clack, clack, joder para colmo me quedo sin munición.y encima no tengo dolares para reponer.
Así es esta difícil guerra llamada crisis, y cómo no me voy a dar por vencido, no hay de otra que defenderme a base de tirar piedras, lanzar platos y cacerolas y atacar con tenedores.Rubén Jiménez Triguero

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