“Campo de refugiados”: nuevo frente fabricado por Colombia para agredir a VenezuelaEl siguiente dato curioso lo aporta el mismo contradictorio personaje cuando afirma que el 70% de las personas que están ingresando por la frontera colombo-venezolana son nacidas en Colombia y forman parte de familias que llama “mixtas”. Es decir, que del 30% restante una gran parte pertenece a familias formadas por colombianos y colombianas en Venezuela y esta realidad numérica evidencia el trasfondo político de la incipiente maniobra. Primero porque todo hijo o hija de una persona colombiana que nace en el extranjero según las leyes de Colombia tiene derecho a ser considerado colombiano o colombiana en cuanto declare legalmente su voluntad de serlo, y segundo, porque más que un movimiento migratorio de extranjeros se estaría hablando de un retorno de quienes emigraron de Colombia. De nuevo el gobierno colombiano opera por fuera de la definición de refugiado dada por la Acnur, pues ésta sólo aplica a quienes se encuentran fuera del país de su nacionalidad. En términos estrictos de cómo hasta ahora ha sido presentado, el “campo de refugiados” no sería entonces para venezolanos, sino para colombianos que retornan a su país. Si alguien conoce en Latinoamérica la diferencia entre un desplazado, un refugiado y un migrante es la población y el gobierno colombiano. Colombia posee el triste honor de ser, según cifras oficiales de la Acnur, el país con mayor número de desplazados del mundo. Con 7,4 millones, está 1 millón por encima de Siria y dobla el número de desplazados de Irak pero, además, según se lee en las estadísticas oficiales de la ONU, uno de cada diez colombianos vive fuera de su país de origen. Esto transforma al país vecino, según la Organización Internacional para las Migraciones, el país con mayor número de emigrantes de Latinoamérica y un 20% de estos se han dirigido durante décadas hacia Venezuela. Con tan vasta experiencia no se puede llamar confusión al abuso del lenguaje que está haciendo el gobierno colombiano. Llenar las fronteras de campos de refugiados no sólo favorecería el expediente de intervención que Almagro como operador diplomático de EEUU se empeña en sustentar, sino que además en términos de seguridad podría llegar incluso a justificar la colocación de Cascos Azules en la frontera, quienes se aprestarían a la protección de estos civiles con los que se podría llegar a convertir la frontera colombo-venezolana en una zona de conflicto. La intención manifiesta de EEUU de llevar el caso venezolano al Consejo de Seguridad de la ONU, bajo el pretexto de la “crisis humanitaria”, podría estar anunciando esta operación conjunta y combinada en el largo plazo con apoyo colombiano. Al menos en el papel lo sugieren. Juan Carlos Restrepo, consejero de Seguridad de la Presidencia de Colombia, dijo a la prensa: “Tenemos lista la logística y de dónde la vamos a sacar y cómo se va a administrar”. Por lo que el enfilamiento de esta maniobra, que poco tiene que ver -por ahora- con la rigurosidad y el apego a las categorías y procedimientos de la ONU, intenta transformarse en un nuevo frente externo para agredir a Venezuela. Anuncios &b; &b;
Revista América Latina
Sus últimos artículos
-
Columna de Juan Martorano Edición 279: Planes militares por parte de Venezuela para recuperar la Guayana Esequiba. Tercera parte
-
El pensamiento vivo de Ramón Losada Aldana
-
Punto Crítico | El juramento de Chávez en el Samán de Güere
-
Punto y seguimos | Siria, el desguace