Mientras que la máxima autoridad mundial en materia de refugio, la Acnur,
establece que un refugiado o refugiada es una persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas”, el gobierno colombiano comienza a utilizar esta categoría tan bien definida para nombrar a la migración venezolana por motivos económicos -y con un claro perfil de clase media en su enorme mayoría- que ha estado recibiendo en los últimos meses.
Contrario al mal uso de dicha categoría que se realiza desde el lado colombiano, en Venezuela viven desde hace más de 30 años
5 millones de refugiadosprocedentes de Colombia. Nada más en 2013 ingresaron al país al menos 189 mil, mientras que en el 2014 llegaron unos 144 mil, según cifras dadas por el presidente Nicolás Maduro.
Desde Colombia millones de personas llegaron a Venezuela huyendo de la violencia paramilitar y política que les atacó por pertenecer a un determinado grupo social y/o tener una opinión política, factor que sí los ubica dentro de la categoría de regufiados establecida por la ONU.
En este sentido, tratar de confundir deliberadamente a un refugiado con un migrante por razones económicas forma parte de misma
maniobra que Luis Almagro protagoniza desde la OEA para simular una situación de caos, violaciones de DDHH e ingobernabilidad en Venezuela que justifican los planes de intervención estadounidense en el país. En su último informe el Secretario General de la OEA utiliza esa categoría para fabricar una narrativa de “Estado fallido” en Venezuela que posibilite la ejecución de la “opción militar” comentada por Trump.
Esta escenificación llena de abusos del lenguaje, maniobras políticas y muchas contradicciones, la protagonizaron personeros del gobierno de Santos en días pasados cuando anunciaron que estaban alistando campos para refugiados venezolanos ante “una eventual crisis migratoria”. Pidieron ayuda a la representación diplomática de Turquía, pero una lectura minuciosa evidencia que hasta ahora el gobierno turco se ha limitado a atender el pedido del gobierno colombiano y no parece haber asumido ninguna beligerancia en el tema.
Es importante tener presente que ni es un mal momento en las relaciones de Turquía con Venezuela ni es el mejor momento de las relaciones de Turquía con EEUU y la OTAN. Por lo que la aparición en pantalla de los representantes de Turquía en “colaboración” con el gobierno colombiano, probablemente tenga el fin de seguir fusionando la imagen de Venezuela con la de Siria en pro de la narrativa que necesita EEUU para activar sus dispositivos de intervención “humanitaria”.
Lo más llamativo de
la noticia que se narra bajo el titular de “Colombia alista campos de refugiados para venezolanos” es que finalmente se reseña que ni Turquía, ni la Acnur, recomiendan estos campos, en los que el Consejero de Seguridad de la presidencia del país con mayor número de desplazados del mundo se empeña.
“Campo de refugiados”: nuevo frente fabricado por Colombia para agredir a Venezuela
El siguiente dato curioso lo aporta el mismo contradictorio personaje cuando afirma que el 70% de las personas que están ingresando por la frontera colombo-venezolana son nacidas en Colombia y forman parte de familias que llama “mixtas”. Es decir, que del 30% restante una gran parte pertenece a familias formadas por colombianos y colombianas en Venezuela y esta realidad numérica evidencia el trasfondo político de la incipiente maniobra.
Primero porque todo hijo o hija de una persona colombiana que nace en el extranjero según las leyes de Colombia tiene derecho a ser considerado colombiano o colombiana en cuanto declare legalmente su voluntad de serlo, y segundo, porque más que un movimiento migratorio de extranjeros se estaría hablando de un retorno de quienes emigraron de Colombia. De nuevo el gobierno colombiano opera por fuera de la definición de refugiado dada por la Acnur, pues ésta sólo aplica a quienes se encuentran fuera del país de su nacionalidad. En términos estrictos de cómo hasta ahora ha sido presentado, el “campo de refugiados” no sería entonces para venezolanos, sino para colombianos que retornan a su país.
Si alguien conoce en Latinoamérica la diferencia entre un desplazado, un refugiado y un migrante es la población y el gobierno colombiano. Colombia posee el triste honor de ser, según cifras oficiales de la Acnur, el país con mayor número de desplazados del mundo.
Con 7,4 millones, está 1 millón por encima de Siria y dobla el número de desplazados de Irak pero, además, según se lee en las estadísticas oficiales de la ONU, uno de cada diez colombianos vive fuera de su país de origen. Esto transforma al país vecino, según la Organización Internacional para las Migraciones,
el país con mayor número de emigrantes de Latinoamérica y un 20% de estos se han dirigido durante décadas hacia Venezuela.
Con tan vasta experiencia no se puede llamar confusión al abuso del lenguaje que está haciendo el gobierno colombiano. Llenar las fronteras de campos de refugiados no sólo favorecería el expediente de intervención que Almagro como operador diplomático de EEUU se empeña en sustentar, sino que además en términos de seguridad podría llegar incluso a justificar la colocación de Cascos Azules en la frontera, quienes se aprestarían a la protección de estos civiles con los que se podría llegar a convertir la frontera colombo-venezolana en una zona de conflicto.
La intención manifiesta de EEUU de llevar el caso venezolano al Consejo de Seguridad de la ONU, bajo el pretexto de la “crisis humanitaria”, podría estar anunciando esta operación conjunta y combinada en el largo plazo con apoyo colombiano. Al menos en el papel lo sugieren.
Juan Carlos Restrepo, consejero de Seguridad de la Presidencia de Colombia, dijo a la prensa: “Tenemos lista la logística y de dónde la vamos a sacar y cómo se va a administrar”. Por lo que el enfilamiento de esta maniobra, que poco tiene que ver -por ahora- con la rigurosidad y el apego a las categorías y procedimientos de la ONU, intenta transformarse en un nuevo frente externo para agredir a Venezuela.
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