Con lo que ha venido pasando en estos últimos tiempos en la formación morada, partido en el que milité, se evidencia que los días de vino y rosas ya son cosa del pasado. Podemos venía a ser algo así como una extensión del sentir de la ciudadanía y una poderosa herramienta para servir como correa de transmisión de la misma hacia esas caducas instituciones que teníamos y seguimos teniendo. Se prometía ser diferentes al resto, ya que Podemos era la nueva política: asamblearia, transparente y con una estructura de partido horizontal. Se nos decía que el proyecto estaba por encima de las personas. Que debíamos comenzar a olvidar el clásico eje ideológico horizontal izquierda-derecha, pues la miseria y la desesperación es transversal, y transversal debía ser un proyecto que se debía estructurar en un único eje, el eje real sobre quienes tienen el poder y quienes los sufren, el eje vertical de los de arriba y los de abajo. Pero, pero, pero, toda esa amalgama de hermosas ideas e intenciones que nos atrajo a muchas y muchos a participar, apoyar o votar a la formación morada fueron un espejismo o quedaron como simple retórica propagandística con la que cautivar a los ilusos y a todos aquellos/as que en el contexto social del momento necesitábamos desesperadamente alguien o algo en quién o qué confiar.
Podemos es un partido centralista, vertical, opaco y donde la disidencia se castiga con el ostracismo o directamente es purgada. El señor Iglesias y su círculo interno ha jugado con la ilusión de cientos de miles de personas y han llevado la más hermosa idea a un despeñadero ideológico. Han creado un partido personalista que orbita única y exclusivamente al rededor de un nuevo dios sol, y donde sus adoradores no tienen problema alguno en defender lo indefendible, como podría ser el aburguesamiento de su gran líder y la madre de sus hijos, como quedó demostrado en la compra de su casoplón -pues que nadie olvide lo que opinaba el señor Iglesias sobre los políticos de la derecha que vivían en lujosas urbanizaciones y caros áticos-. Donde la organización del partido está en las manos de una persona que acumula cargos, a pesar de las limitaciones del señor Echenique -y una antigua afiliación en Ciudadanos-, y se burla de la norma y derecho laboral, como ha quedado demostrado con su propio asistente, y es incapaz de cumplir con sus promesas, como la de hacer de Podemos un partido plenamente federal. Un partido donde las reglas del juego o procesos de elección de sus miembros se modifican en función de los intereses -como quedó en evidencia en las recientes primarias al parlamento donde el señor Iglesias concurrió en solitario para ser el candidato a la presidencia del gobierno, tras la exclusión de cerca de 90 precandidatos/as por no conseguir los avales mínimos-.
Pero a pesar de todo el “traidor” y el malo, el único malo, es el señor Errejón, por cerrar un acuerdo con la plataforma de la alcaldesa de Madrid sin haber sido decidido por Podemos o por el señor Iglesias y su círculo interno. Que mala memoria tienen algunos/as y olvidan como el señor Iglesias y los suyos negociaron los diversos proyectos electorales, confluencias y listas en Catalunya, Galicia, Valencia, etcétera, totalmente al margen de la militancia de Podemos en esos territorios. Quizás, como escribía no hace mucho el señor Carlos Fernández Liria (www.cuartopoder.es/vuelve-podemos), el proyecto que se está diseñando para la comunidad de Madrid represente más los ideales de Podemos que el actual Podemos y “Carmena-Errejón nos devuelve el entusiasmo con el que hace cinco años pensábamos que podíamos reinventarlo todo”.
Podemos no debería ser un partido, sino una plataforma asamblearia capaz de recoger el sufrimiento y tantas luchas por la dignidad y el bienestar de la ciudadanía y llevarlas a las instituciones de la mano de las que en cada momento sean las personas más preparadas para ello, sin convertirlas en políticos profesionales. Unidos Podemos necesita urgentemente de una refundación, en la cual ya estén presentes los diversos partidos y asociaciones que configuran esa confluencia, y donde sin personalismos e imposiciones todas/os rememos en la misma dirección: el bien común y una plena justicia social.
MSNoferini