Revista Religión
Leer: Jueces 13:1-7 | Cuando un poderoso tifón arrasó la ciudad de Tacloban, en Filipinas, en 2013, murieron aproximadamente 10.000 personas, y muchas otras que sobrevivieron se encontraron sin casa y sin trabajo. Los productos esenciales se volvieron escasos.
Tres meses más tarde, mientras la ciudad todavía luchaba para recuperarse de la destrucción, un bebé nació al borde de un camino cerca de la ciudad, en medio de lluvias torrenciales y un fuerte viento.
Aunque el clima traía recuerdos dolorosos, los habitantes trabajaron juntos para encontrar una partera y transportar a la madre y al recién nacido a una clínica. El bebé sobrevivió, creció y se transformó en un símbolo de esperanza durante una época de desesperación.
Cuarenta años de opresión filistea caracterizaron un período oscuro en la historia nacional de Israel. Durante esa época, un ángel le informó a una mujer israelita que daría a luz a un hijo especial (Jueces 13:3). Según el ángel, ese bebé sería nazareo (un hombre separado para Dios) y comenzaría «a salvar a Israel de manos de los filisteos» (v. 5). El pequeño Sansón fue un regalo de esperanza en medio de tiempos difíciles.
Los problemas son inevitables; sin embargo, Jesús tiene poder para rescatarnos de la desesperación. Cristo nació «para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz» (Lucas 1:79).
Jesús es la esperanza que calma las tormentas de la vida.
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