Revista Cultura y Ocio

Reginald Foster, ocd, latinista. In memoriam

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Reginald Foster, ocd, latinista. In memoriam

Reginald Thomas Foster había nacido en Milwaukee, Wisconsin, Estados Unidos, el 14 de noviembre de 1939, en el seno de una familia de fontaneros, oficio al que se dedicaban su padre, sus tíos y sus hermanos.

A los trece años entró en el seminario y ya tenía claras tres cosas que quería hacer: ser sacerdote, ser carmelita y dedicarse al latín. Las tres cosas las logró.

Fue a estudiar a Roma en 1962. En 1970, el procurador general de los carmelitas descalzos, Finiano Monahan, fue llamado al Vaticano para una entrevista. El motivo era la petición por parte de la Santa Sede de liberar al entonces joven Reginald Foster para un trabajo en la Secretaría de Estado: escribir la correspondencia papal y traducir los documentos de la curia, escritos entonces en latín. Parece que el P. Finiano había dicho que eso sería “por encima de su cadáver”. No quería “desperdiciar” a un joven e inteligente miembro de la Orden para un trabajo que le parecía que no tenía futuro.

Foster cuenta cómo se desarrolló la entrevista, en la que se encontraron solos con el cardenal Giovani Benelli:

Benelli era el hacha de Pablo VI; siempre que quería que se hiciera algo, llamaba Benelli. Era muy enérgico, conseguía que las cosas se hicieran y sin tonterías. Todo el mundo le tenía terror. Yo también lo tenía, y ahora estábamos en la habitación con él, y se vuelve hacia Monahan y dice: “¿Este es Foster?”. Monahan dijo que sí. Entonces Benelli dijo: “Muchas gracias, a usted ya no lo vamos a necesitar”. Y me tomó de la mano y me llevó al Departamento de Estado y eso fue todo. Monahan no dijo una palabra. Ahora estaba trabajando para el Papa y era como si estuviera más o menos fuera de la Orden Carmelita. Muchas veces la Orden ni siquiera sabía realmente lo que estaba haciendo.

Foster ha sido siempre un hombre muy libre, algo que llamó la atención de los periodistas, como en una ocasión, en la que, refiriéndose al latín, dijo: “¿Lengua sagrada? En el siglo I en Roma no había prostituta que no lo hablara con fluidez, y mejor que la mayoría de los miembros de la Curia Romana”. Vivía con gran austeridad, renunció a la vestimenta clerical porque le parecía que no casaba con la sencillez del Evangelio. Vestía como un operario, un fontanero o, como decía la guardia suiza, como el empleado de una gasolinera.

Su gran talento y su capacidad para improvisar en latín, para expresar conceptos que no estaban previstos en la lengua de Cicerón, ya que el mundo había cambiado totalmente, hacían de él una persona sumamente valiosa para el Vaticano, que le permitió cosas que a otros no se las hubiera tolerado, como su aspecto exterior o su libertad de palabra.

Lo que a Reginald Foster le apasionaba era enseñar a amar el latín, empleándolo como una lengua viva. Su método era opuesto a la memorización, que es como ordinariamente se enseña el latín. Enseñaba la lengua hablándola y leyendo, haciendo que los alumnos leyeran. Solía decir que para enseñar a nadar, a nadie se le daba un curso de hidrología sino que se le lanza al agua. Durante treinta años fue profesor en la Universidad Gregoriana de Roma. Además, daba por su cuenta cursos de verano, que eran célebres. Muchas personas han llegado ser grandes expertos en latín gracias a la chispa que se despertó cuando participaron en esos cursos, en los que toda la ciudad de Roma servía de clase.

Descanse en paz, P. Reginald.

Fuente: John Byron Kuhner, “The Vatican’s Latininist”, The New Criterion, March 2017

A continuación, reproducimos el telegrama de condolencia que ha enviado el Papa al P. Saverio Cannistrà con motivo del fallecimiento del P. Reginald Foster:


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