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Santiago Ramon y Cajal
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Recientemente se ha cumplido el 160 aniversario del nacimiento de Santiago Ramón y Cajal.

Pero Ramón y Cajal no solo consagró su vida a la investigación y a la ciencia, sino que, como buen hombre de su tiempo (busquen por Generación del 98, regeneracionismo), también hizo incursiones en otras disciplinas como la fotografía -de la que fue un auténtico pionero- o la literatura.
Y también fue un lúcido transmisor de sus experiencia y conocimientos, en el afán de orientar a quienes vinieran detrás de él o quisieran introducirse en los siempre difíciles territorios de la ciencia, y más en España.

Pero sobre todo, ofrece "una serie de consejos y advertencias a los jóvenes estudiantes, tratando de promover su entusiasmo por los trabajos de laboratorio" y, en la segunda parte del libro, "analiza los deberes del Estado con la ciencia y sus obligaciones ante la indispensable promoción del científico".
El libro está prologado por otro conspicuo investigador español, Severo Ochoa, que comparte con D. Santiago la "preocupación por el fomento de la investigación científica".
El trabajo está divido en varios capítulos, destinados a profundizar en el trabajo científico y "sobre el papel del científico en la sociedad, el del Estado en el fomento de su formación y trabajos, y la situación en España de las investigaciones científicas, sus raíces y sus posibles soluciones".
Permítanme que les reproduzca algunos párrafos del capítulo 10, dedicado a analizar "Nuestro atraso científico y sus causas pretendidas. Explicaciones físicas, históricas y morales de la infecundidad científica. Los remedios":
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La posteridad duradera de las naciones es obra de la ciencia y de sus múltiples aplicaciones al fomento de la vida y de los intereses materiales.
De esta indiscutible verdad síguese la obligación inexcusable del Estado de estimular y promover la cultura, desarrollando una política científica, encaminada a generalizar la instrucción y a beneficiar en provecho común todos los talentos útiles y fecundos brotados en el seno de la raza.
La política científica implica el empleo simultáneo de estos cuatro modos de acción:
- 1.° Elevar el nivel intelectual de la masa para formar ambiente moral susceptible de comprender, estimular y galardonar al sabio.
- 2.° Proporcionar a las clases sociales más humildes ocasión de recibir en liceos, institutos o centros de enseñanza popular, instrucción general suficiente a fin de que el joven reconozca su vocación y sean aprovechadas, en bien de la nación, todas las elevadas aptitudes intelectuales.
- 3.° Transformar la Universidad, hasta hoy casi exclusivamente consagrada a la colación de títulos y a la enseñanza profesional, en un Centro de impulsión intelectual, al modo de Alemania, donde la Universidad representa el órgano principal de la producción filosófica, científica e industrial.
- 4.° En fin, formar y cultivar, mediante el pensionado en el extranjero o por otros métodos de selección y contagio natural, un plantel de profesores eméritos, capacitados para descubrir nuevas verdades y para transmitir a la juventud el gusto y la pasión por la investigación original.
El rendimiento científico … ha sido pobre y discontinuo, mostrando, con relación al resto de Europa, un atraso y, sobre todo, una mezquindad teórica deplorable.
Dominó en nuestros cosmógrafos, físicos, metalurgistas, matemáticos y médicos la tendencia hacia lo útil inmediato, al practicismo estrecho. Se ignoró que sólo las ideas son realmente fecundas.
Y buscando recetas y fórmulas de acción, atrofiáronse las alas del espíritu, incapacitándonos para las grandes invenciones.
Además, en cada período nuestros hombres de ciencia fueron escasos, y los genios, como las cumbres más elevadas, surgen solamente en las cordilleras.
Para producir un Galileo o un Newton es preciso una legión de investigadores estimables.
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Pasen y lean:
Capítulo I. Consideraciones sobre los métodos generales. Infecundidad de las reglas abstractas. Necesidad de ilustrar la inteligencia y de tonificar la voluntad
Capítulo II. Preocupaciones enervadoras del principiante. (Admiración excesiva. Agotamiento de la cuestión. Devoción a la ciencia práctica. Deficiencia intelectual.)
Capítulo III. Cualidades de orden moral que debe poseer el investigador
Capítulo IV. Lo que debe saber el aficionado a la investigación biológica
Capítulo V. Enfermedades de la voluntad
Capítulo VI. Condiciones sociales favorables a la obra científica
Capítulo VII. Marcha de la investigación científica
Capítulo VIII. Redacción del trabajo científico
Capítulo IX. El investigador como maestro
Capítulo X. Deberes del Estado en relación con la producción científica. (Nuestro atraso científico y sus causas pretendidas. Explicaciones físicas, históricas y morales de la infecundidad científica española. Los remedios.)
Capítulo XI. Órganos sociales encargados de nuestra reconstrucción. (Pensionado en el extranjero. Importación de profesores. Creación de Colegios españoles en las principales ciudades universitarias de Europa.)
Aunque la situación del país ha cambiado mucho desde que la obra fue escrita, por desgracia tenemos que afirmar que los principales "males" reflejados por D. Santiago siguen presentes.
Y eso me leva a considerar que es necesario un nuevo "Regeneracionismo" en España que nos permita recuperar el espíritu de aquellos que vieron que el desarrollo de un país viene de la mano de su desarrollo intelecual, cultural y científico.
Intenten "traducir" algunos de los términos del discurso a su lenguaje actual para no banalizar el fondo por una forma un tanto obsoleta.
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Ramón y Cajal, Santiago: "Reglas y consejos sobre investigación científica". Espasa-Calpe, colección Austral. Madrid 1941. (Enlace en la web de la editorial)