¡Qué bueno regresar a mis libros!
- término de los fatigados días -.
Casi compensa la abstinencia,
y el dolor se olvida con el placer.
Como aromas que confortan a los invitados
en el banquete, mientras esperan,
esta fragancia aligera el tiempo hasta que llego
a mi pequeña biblioteca.
Puede haber desolación afuera,
lejanos pasos de hombres que padecen,
pero la fiesta suprime la noche
y hay campanas, interiormente.
Doy las gracias a estos Parientes del Estante.
Sus caras apergaminadas
nos enamoran mientras esperamos,
y nos satisfacen al alcanzarlas.
***
Me voy de vacaciones con Murakami, con Baricco, con Ammaniti, con Landero, con Pérez Andújar, con Grassa Toro... y con este poema de Emily Dickinson muy muy presente. No me esperen levantados...