Cuando una historia se divide irremediablemente en dos, cada una tiene después su propio final. Es el momento de sembrar semillas del cambio. De matar el pasado y regresar a la vida. De liberarse e ir directo al brillante sol.
Una de las mejores canciones de Pink Floyd poco a poco se ha convertido en un himno personal. La escucho cuando busco paz, cuando escapo del ruido y de toxicidades varias. Atención a la magia de su música y, sobre todo, de su letra.