Para ver todo lo que no había visto pasé por el museo del Cairo, un museo que si se quiere ver en condiciones hay que dedicarle varios días. Fui a la sala dedicada a la época Amarna, época caracterizada por la revolución que lanzo el faraón Ajenatón creando lo que probablemente fue el primer monoteísmo de la historia. Pero ante todo, una de las galerías más visitadas es sin duda la de Tutankhamón, hijo de Ajenatón. En ella se puede disfrutar de todos los tesoros que escondía su tumba, de sus sarcófagos, de la impresionante mascara de oro que llevaba su momia, etc. Tutankhamón o más familarmente Tut, no fue un faraón muy importante si se le comprara con otros de la historia del antiguo Egipto, sin embargo en nuestros días es uno de los famosos, esto se debe a que cuando su tumba fue encontrada en el Valle de los Reyes, era una tumba que apenas había sido saqueada por los ladrones, estaba prácticamente intacta.
El 4 de noviembre de 1922, tras siete años de infatigables excavaciones, Howard Carter descubrió la tumba de Tutankhamón. Cuando abrió por primera vez la tumba, Carter quedo extasiado ante las maravillas que había ante sus ojos. Poder sentir lo que sintió Carte el día en el que abrió la tumba y encontró los fascinantes objetos que ésta encerraba, es probablemente difícil de reproducir. No obstante, este fin de semana me he podido hacer una ligera idea de lo que debió sentir. La exposición Tutankhamón la tumba y sus tesoros, pretende que el visitante experimente una brizna de lo que pudo sentir Carte, y creo que lo consigue. En la exposición no solo podrás ver las distintas cámaras de la tumba como se las encontró Carter sino que además tendrás explicada la mayoría de objetos que Tut se llevo a la tumba, es un viaje en el tiempo, por unos instantes sientes que estas en 1922 al lado de Carter apunto de vislumbrar los increíbles secretos de un faraón que los helados dedos del olvido pretendían mantener en secreto hasta el fin de los tiempos.
Ismael Pérez Fernández.