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Regresión: La semillita del diablo.

Publicado el 29 septiembre 2015 por Maresssss @cineyear
Publicado en opinamos / por / el 29 septiembre, 2015 a las 9:43 pm /

En esto de los pases de prensa se nota bastante cuando la película que van a proyectar es de las que despiertan gran expectación; a pesar de lo inusual del horario para esperar en la cola a las puertas de un cine —sobre las diez de la mañana—, lo único que ha faltado es que encendieran la máquina de las palomitas y repartieran algunos refrescos. Esta acumulación de críticos y blogueros tiene nombre y apellido: Alejandro Amenábar y su nueva película ‘Regresión’. Está bien, no hablamos de Hitchcock, pero tampoco es un cualquiera en el mundillo, aunque no sea de los que levanta muchísimas pasiones.

Todo aquel aficionado al cine que siga un poco la actualidad de las cintas que están por llegar habrá notado un murmullo sibilino en los medios especializados sobre ‘Regresión’; yendo al grano diré que no es una gran película, pero no voy a ir por ese camino que siguen muchos: ‘Amenábar, tú antes molabas…’, ‘seis años para esto…’, ‘la verdad es que nunca fue tan bueno…’. El problema que tiene generar una gran expectación es que la gente espera que ésta sea satisfecha. Ahí tenemos, por ejemplo, esa constante alleniesca sobre sus películas y el manido calificativo ‘es un Allen menor’…bla. bla, bla.

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¿Es por ello una crítica desmesurada al nuevo trabajo de Amenábar? Probablemente no, aunque quizás sí un poco. ‘Regresión’ son ciento y pico minutos de cine correcto, con unos actores correctos, desgranando una historia lo suficientemente entretenida. Sin embargo, ese nombre… con sus premios y demás, se convierte en un lastre irracional para el espectador; aunque justificado en cierto modo. De Alejandro Amenábar siempre se espera un plus, que no se le pediría a la mayoría y es por eso que ‘Regresión’ termina por recordar a ese café del día anterior recalentado en el microondas por la mañana.

A través de la siempre jugosa frase ‘inspirada en hechos reales’, Amenábar nos introduce en los primeros años noventa de la ciudad de Minnesota, donde lo que comienza como una investigación por abusos sexuales deriva en algo mucho más complejo y oscuro. No soy de los que le gusta plantar la sinopsis en una opinión, pero en ella radica quizás lo mejor de la película. El amplio conocimiento cinematográfico del director, hace que sin muchos alardes técnicos seamos capaces de entrar en la trama con gran interés.

Sin embargo, lo que comienza de manera efectiva y con gran pulso, se convierte en el juego de las adivinanzas. No es que la película esté mal escrita, sino que la intriga que despierta no se ve correspondida con los giros argumentales, muchos de ellos previsibles o reiterativos. Aún así, el pulso de la acción es bastante bueno, lo que ayuda a mantener el interés en el desarrollo de la historia, pese a ir descubriendo, minuto a minuto, que no estás ante ninguna obra maestra; quizás, ni siquiera a una película a la altura de la filmografía de Amenábar, pero sí ante un buen entretenimiento que, muy probablemente, obtenga unos cuantos euros en las taquillas.

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