Permitidme que mi primer recuerdo a mi llegada sea para Larossi, Memona y Daryala. Sus atenciones y su cariño me emocionaron muchas veces. Me propiciaron vivencias irrepetibles. Son tres regalos que guardo como uno de mis mejores tesoros.
Todavía no me he quitado la arena de mi piel, y mis ojos siguen deslumbrados por la luz del solde Smara y por su cielo llorando estrellas; por sus días luminosos y cantarines que nacen rompiendo el aire, y por sus noches de claro de luna, de nubes plateadas que dibujan el azul de la noche astral de formas extrañas. He podidomirar de frente al sol, y contemplar el instante en el que lanza su beso a la luna en el amanecer del desierto Todo esto y más, arropada por las alas del Bubisher. En su vuelo seguro y firme va desgranando historias, cuentos, bendita agua de lluvia que los niños beben con avidez insaciable. Pero no sólo los niños, los adultos se acercan a él reclamando satisfacer su sed de conocimientos, de experiencias, de saber.
Dadme unos días, para adaptarme a esta realidad de aquí, mucho menos real que la que he dejado allí, y os contaré mi trabajo y mis experiencias, o mejor, mi vida, porque en Smara no hay compartimentos, todo es VIDA. Vida con mayúsculas. Vida que brota exultante, desde la no vida de la estéril hamada, a través de la arena, del adobe de sus beit, de los retazos de tela recosida de las jaimas, de las cabras y sus corralitos de chatarra. Emerge en los ojos de los niños, en la hospitalidad de los mayores, en el canto tranquilizador del Liman en mitad de la noche, en las sonrisas que iluminan los rostros curtidos por mil sirocos, y en el apretón de manos sincero y afable lleno de ternura. Allí, hasta en el silencio palpita la vida a golpe de latido del propio corazón. Late la vida, tu corazón, la arena y el aire en la hamada. Late fuerte la voluntad de libertad de un pueblo. Y el Bubisher vuela y vuela por esa libertad.
Quiero agradecer a todos los de aquí, vuestro apoyo y vuestros consejos. Es un orgullo compartir con vosotros y trabajar juntos en este maravilloso proyecto.
Con los lo de allí, tengo una deuda infinita. Gracias por darme nombre: Saada. Y por permitirme fundirme con vuestro pueblo al que siento como propio. Mi cariño y mi agradecimiento serán para siempre.
Feli.