"Érase que se era una vez un mundo idílico y utópico donde todos sus habitantes tenían grandes conocimientos sobre nutrición. Era tradición, que desde bien pequeños y pequeñas comenzarán su educación en el noble arte de la alimentación. De esta manera, el pueblo aprovechaba sus conocimientos para ser más fuertes, más felices y perdurar en el tiempo con mejor calidad de vida. Además, la alimentación tenía tanto peso en su comunidad, que todos los productos estaban regulados con los mismos precios para que fueran igualmente accesibles para toda la población, sin desigualdades. Gracias a su sabiduría, cada persona podía elegir los alimentos que mejor le vinieran según su estilo de vida, filosofía y estado de salud. En definitiva, eran libres de decidir y elegir que producto comer, porque contaban con el arma más poderosa que su pueblo les podía ofrecer: la información."
Una realidad bien distinta
Qué lejano suena un mundo así, ¿verdad? Dejemos un momento a un lado este mundo utópico y aterricemos en la actualidad del nuestro, donde el Ministerio de Consumo ha anunciado recientemente la prohibición de la publicidad de alimentos y bebidas no saludables (chocolates, galletas, zumos, helados, etc.). Dirigida a infancia y juventud en televisión, radio, redes sociales, webs, aplicaciones, cine y periódicos. El departamento, por tanto, regulará los productos que se pueden anunciar en horario infantil enfocados a menores de 16 años tomando como referencia los perfiles nutricionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Por qué se ha decidido tomar esta medida?
Los datos de obesidad infantil en nuestro país nos muestran que uno de cada tres niños y niñas sufre sobrepeso u obesidad. El Estudio ALADINO 2019 en el que el Ministerio se ha apoyado, refleja que el 40,6% de los niños y niñas entre 6 y 9 años sufren exceso de peso, de los que el 23,3% están en niveles de sobrepeso y el 17,3% sufre obesidad.
Por lo que, han decidido que ante estos datos se debían empezar a tomar medidas desde el área de consumo y analizando medidas tomadas en otros países. Han concluido que estos porcentajes podrían disminuir gracias a que los niños y niñas dejarán de consumir estímulos publicitarios donde les enseñen de forma apetecible productos no saludables.
Pero ¿es suficiente está medida?
A día de hoy, no podemos adivinar el impacto que realmente tendrá o no y cuáles serán sus resultados. El tiempo nos lo dirá. Lo que si os puedo adelantar ya es que esta medida cojea por diferentes motivos.
El primer motivo es que la medida está planteada desde el escenario de que solo la infancia y juventud con sobrepeso u obesidad consume este tipo de productos. El foco que se pone para explicar esta regulación, es equivocado y discriminatorio.
El mensaje implícito
Es como si pensaran que un niño que está delgado fuera indudablemente muestra de su buena alimentación. Lo siento, pero no, hay muchos más factores que influyen para que una persona este o no gorda y tenemos que empezar a tratar este tema con más delicadeza.
Porque una realidad, probablemente más alarmante que está que estamos tratando hoy son el tipo de mensajes que lanzamos sobre la necesidad de tener un cuerpo que se considere normativo es decir "delgado". Que calan en la población tan peligrosamente que son una razón más por la que los trastornos de la conducta alimentaria están aumentando cada vez más sobre todo en jóvenes.
Productos mas baratos que los saludables
Aún así, dejando esto a un lado, pero sin perderlo de vista, vamos a hablar de otro de los motivos por los que esta medida cojea. Y es que, seguimos pensando que el precio de estos artículos no tiene nada que ver. Este tipo de producto es barato, atrayente y accesible.
Y muchas familias, con bajos ingresos económicos, no pueden optar por darles alternativas más saludables a sus hijos o hijas cuando un paquete de bollería se encuentra mucho más barato en el supermercado que un kilo de fruta. Por lo tanto, es también necesaria la implementación de medidas que permitan a cualquier familia poder optar por productos más saludables y darles a conocer estas alternativas.
Educamos en la prohibición y no en la elección
Y, por último, el motivo que siempre me rechina más de este tipo de medidas que se podría resumir de la siguiente manera: educamos en la prohibición y no en la elección.
¿No sería mejor empezar a educar en hábitos saludables? No podría ser una opción mejor darle el valor que realmente tiene a la educación y comenzar desde bien pequeños y pequeñas a darles una educación nutricional de calidad que vaya más allá de la pirámide alimenticia.
Empezar a entender que debemos enfocarnos en educar en la toma de decisiones y en el pensamiento crítico. De tal forma, que les demos la información necesaria para que puedan elegir su alimentación en base a criterios que vayan más allá del "esto engorda, esto no". Sin olvidar, por supuesto, que un niño o niña de 6 años no es quien va a hacer la compra y, por tanto, la educación tiene que incluir al resto de personas de su entorno. Tenemos, como sociedad, una carencia sobre educación nutricional abrumante. Y por ello, necesitamos un cambio de paradigma.
Censurar la publicidad de este tipo de productos en horarios y medios en los que la infancia y juventud pueda verlos, es un mero parche. El producto va a seguir existiendo y va a seguir siendo consumido. Necesitamos medidas que realmente puedan producir un cambio real en la sociedad.