Reina la paz en un pequeño instante a media noche, cuando la oscuridad y el silencio se enredan y se vuelven como densa niebla.
En un momento furtivo, la luna es testigo del delito que cometen dos jóvenes inocentes al dejarse engatusar por los pensamientos que revolotean en ellos, después de haberse dejado seducir por la calma nocturna que les rodea.
Aquellos jóvenes cuyos corazones aún no han probado el amargo dolor que se siente cuando un amor se acaba, cometen el error fatal de prometerse bajo el cielo infinito que la magia que les orea las sienes cuando están juntos no se agotará nunca.
Dichosa la luna por no haber intervenido en el momento aquel para evitar que las mareas del viento tengas que arrastrar aquellas palabras con sabor a sal con poco azúcar.