1. Vuelta al cole con los juguetes nuevos:
Ya han terminado las fiestas navideñas (confesaré que me alegro) y las vacaciones (no, de eso no me alegro), así que hay que armarse de paciencia y disciplina para retomar las buenas costumbres perdidas durante el descontrol de las últimas dos semanas. Y de sonrisas. Y también tenemos los regalos que los Reyes Magos, Papá Noel o quien pasara por nuestras casas nos han traído.
¿Qué tal se han portado por ahí? En casa no tenemos queja, la verdad, porque han sido más que generosos teniendo en cuenta lo bruja que soy a veces. Adivinos como son, han acertado incluso con lo que no esperaba ni por asomo. Y venían cargados de libros, por supuesto, que animarán mis largos trayectos diarios entre mi casa y la oficina. Píldoras de bienestar para sobrellevar el día a día.
2. Una propuesta para multiplicar lecturas.
Jugar y leer son dos de los grandes placeres de la vida, por eso me he sumado sin dudarlo a una propuesta con la que Carmen Forján, de Carm@n y amigos, ha empezado el año a través de un grupo en Facebook: el Tarro-Libro 2015.
Es bien fácil y muy enriquecedor, en más de un sentido: por cada libro que se vaya leyendo este año, se apunta el título en un papelito con el que envolver una moneda (en este caso, un euro) que se depositará en un recipiente preparado a tal efecto. Al final del año, tendremos tantas monedas como libros, envueltas en su correspondiente título. Sólo tendremos que abrirlas y, además de rememorar esas lecturas, nos encontraremos con unos ahorrillos para emplear ¡en nuevos libros, por supuesto!
No soy para nada hábil con las manos, pero me las he arreglado para habilitar una especie de urna de cristal (en realidad era una fiambrera, je, je) con fotos de mis estanterías y, voilà, ahí está mi tarro-libro:
De momento, ya he depositado en él un título con su correspondiente euro envuelto en él. Un seguro para acabar el próximo fin de año con una sonrisa de satisfacción libresca.
3. Mi reto personal
Como comentaba el otro día, me rondaba la cabeza la idea de hacer una especie de vuelta al año en cincuenta y dos (o más) cuentos. Dicho y hecho: voy a ello. Aunque ya soy lectora habitual de relatos, regularé esta costumbre de forma que lea al menos uno por semana, a lo largo de las cincuenta y dos que tiene el año. Por supuesto, iré comentando mi viaje e intentaré transmitiros ese placer que es, para mí, degustar estos pequeños bocados. Espero que me acompañéis en este recorrido que preveo interesante.
¿Cómo vais a enfrentaros vosotros a la rutina?