Revista Coaching

Reinvéntese constantemente

Por Carolus @n_maquiavelo

Reinvéntese constantemente


No acepte los papeles que la sociedad le ha endilgado. Fórjese una nueva identidad que atraiga la atención y nunca aburra al público.


Sea el dueño de su propia imagen, en lugar de permitir que otros la definan por usted. Incorpore elementos dramáticos en sus gestos y acciones públicas, y su poder se verá reforzado y su personalidad crecerá en forma asombrosa

Reinvéntese constantemente

Reinvéntese constantemente 

Julio César hizo su primer impacto importante en la sociedad romana en el año 65 a.C., cuando asumió el cargo de edil, el funcionario encargado de la distribución de granos y de los juegos públicos. Comenzó a captar la atención del pueblo al montar una serie de espectáculos oportunos y bien organizados, cacerías de fieras salvajes, exhibiciones de gladiadores, concursos teatrales. En más de una ocasión financió esas actividades de su propio bolsillo. Para el pueblo, Julio César quedó indeleblemente vinculado con esas atracciones. A medida que fue ascendiendo hasta alcanzar la posición de cónsul, su popularidad entre las masas le sirvió como basamento para su poder. Se había creado la imagen del gran hombre de los espectáculos públicos.
En el año 49 a.C., Roma se hallaba al borde de la guerra civil entre dos líderes rivales: César y Pompeyo. En el apogeo de la crisis, César, adicto a las artes escénicas, asistió a una función teatral, y después, ensimismado en sus pensamientos, se dirigió en medio de la oscuridad hacia su campamento, situado junto al Rubicón, el río que separaba a Italia de Galia, donde había estado de campaña. Llevar a su ejército de regreso a Italia, cruzando el Rubicón, significaría el comienzo de una guerra con Pompeyo.

Reinvéntese constantemente. Julio César

Reinvéntese constantemente. Julio César 

César presentó las alternativas ante su estado mayor, y defendió cada opción como un actor en escena, un verdadero precursor de Hamlet. Por último, para finalizar su soliloquio, señaló hacia una figura ubicada junto a la orilla del río -un soldado muy alto que hizo sonar su trompeta y luego comenzó a cruzar el puente sobre el Rubicón- y les dijo: "Aceptemos esto como una señal de los dioses y sigamos el camino que ellos nos indican, en venganza contra nuestros traicioneros enemigos. La suerte está echada". César habló de modo teatral y dramático, gesticulando en dirección al río y mirando a los hombres directamente a los ojos. Sabía que sus generales vacilaban en darle apoyo, pero su oratoria les hizo sentir el dramatismo de la situación y la necesidad de aprovechar la oportunidad. Un discurso más prosaico jamás habría surtido el mismo efecto. Los generales se plegaron a su causa, César y su ejército cruzaron el Rubicón y al año siguiente derrotaron a Pompeyo, tras lo cual César se constituyó en dictador de Roma.
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