Ha sido noticia reciente la recuperación por parte de la policía de un documento perteneciente a la Universidad de Sevilla que constituye una de las primeras muestras del paleo-periodismo impreso de España. Se trata de unas hojas en las que se describen hechos puntuales de una época en la que sólo el “boca-oreja” permitía que se pudiera transmitir información entre sectores minoritarios de la población. Aquellas hojas se llamaban Relación de sucesos que algunos impresores, gracias a los rudimentos técnicos de la época y una vocación mercantil, confeccionaban y distribuían entre los interesados en adquirirlas. El arcaico original del pre-periodismo ahora recuperado había sido sustraído de los archivos de la Universidad hispalense y hallado, años después, por la policía en posesión de un librero catalán que pretendía subastarlo por Internet después de haberlo comprado en una subasta legal de obras de arte de Madrid. Y como no podía ser de otra manera, el asunto me ha llamado poderosamente la atención por deformación profesional y cierta querencia romántica por la historia de la profesión.
El documento en cuestión, de indudable valor histórico, se compone de dos hojas escritas en su anverso y reverso e impresas en Sevilla, en 1619. Narra la crónica de un suceso acaecido en la localidad de Constantina, pueblo de la Sierra Nortesevillana, donde un condenado a muerte sobrevive tras ser ahorcado y logra librarse del castigo. Más que el hecho descrito, de carácter anecdótico, destaca para los investigadores el uso del castellano antiguo y la aparición en la segunda mitad del siglo XVII de los prolegómenos del periódico, entendido como la publicación impresa, con periodicidad más o menos regular y bajo un título, que está destinada a un público lector que se pretende masivo, aunque indeterminado y anónimo, para informarle de acontecimientos recientes que pudieran interesarle, bien por su trascendencia económica, política, militar, comercial, religiosa o, en este caso, social y anecdótica. Desde ese punto de vista histórico y documental, la relación de sucesos recuperada tiene un incalculable valor y constituye una riqueza patrimonial que vuelve a estar a disposición de los estudiosos en el Archivo Histórico de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.
Gracias a documentos como éste se consigue esclarecer las características fundacionales de lo que será, andando el tiempo, el producto periódico que hoy conocemos. Son ejemplos de los latidos iniciales que se generaron a partir del deseo de comunicar y recibir noticias a un público cada vez más numeroso y sediento de información por interés o curiosidad. Los avisos, las cartas y las relacionesconforman esas publicaciones de carácter informativo que constituyen los antecedentes directos de las gacetas, producto ya plenamente periodístico, como señalan María Cruz Seoane y María Dolores Saiz en su libro Cuatro siglos de periodismo en España (Alianza editorial).
Y es que, con la aparición de la imprenta y la implantación del servicio de correos, surgen manuscritos y publicaciones con la clara vocación “periodística” de comunicar o informar sobre acontecimientos que se consideraban de público interés. Las cartaseran, como su nombre indica, un modelo de epístola personal con la que un “corresponsal” amanuense informaba a quien podía costeárselo de hechos que le interesaban, acaecidos en centros de interés político o económico. En puridad, eran un privilegio de nobles y ricos para mantenerse al día, con una periodicidad no fija, de lo que sucedía en los ámbitos del poder. Es decir, estaban elaboradas para alguien que demandaba un tipo específico de información. Los avisos –término sinónimo de “noticia”-, aunque abordan los mismos temas que las cartas, tienen un carácter impersonal y persiguen una mayor difusión, y, como ellas, informan de una selección yuxtapuesta de sucesos para satisfacer la curiosidad o el interés por hechos de especial relevancia. Las relaciones, en cambio, se especializan en describir con detalle y extensamente un único suceso, real o imaginario, pero presentado como real. Durante largo tiempo, las relaciones, que pueden estar elaboradas de forma impresa o manuscrita, van a convivir con las cartas, los avisos, los ocasionales, etc.Y que Sevilla fuera prolija en estas publicaciones tiene su explicación en que, además de foco comercial, era de las primeras ciudades en disponer de la imprenta de tipos móviles inventada por Gutemberg en Renania (Alemania), en el siglo XV. Y es a finales de ese siglo cuando una familia de origen alemán se instala en Sevilla y establece la imprenta española más importante de la primera mitad del siglo XVI, desde donde se expande a América. Allá funda un descendiente de la misma, en 1539, la primera imprenta americana, en México. Se trata de la familia Cromberger, a la que se homenajea con una placa colocada en el inmueble donde estaba ubicada la imprenta, en la antigua calle Imprenta, hoy calle Pajaritos, en pleno centro de Sevilla.
Entre "menantis", amanuenses e impresores se editan todo tipo de impresos, como relaciones, avisos, gacetas, almanaques o guías, que eran vendidos en los propios establecimientos de impresión o de forma ambulante por los ciegos. Así surgen las primeras formas primitivas de un periodismo que, hoy, recordamos gracias a la recuperación de esa antigua hoja impresa conocida como relación de sucesos. ¡Bendita sea!