La relación entre hermanos es uno de los vínculos mas fuertes que existen. Pero estas relaciones a menudo dependen de varios factores: como la edad, el sexo y la posición que cada hermano ocupa en la familia. Al parecer el orden de nacimiento puede determinar la personalidad de un individuo y el tipo de relación que éste tenga con sus hermanos.
¿Cómo puede el orden de nacimiento definir la personalidad?
Según el libro “Hermanos en Desarrollo”, editado por las psicoterapeutas Vivienne Lewin y Belinda Sharp, afirma que los hermanos no son solo segundas ediciones en relación con los padres, sino que tienen una profunda importancia por sí mismos. Las relaciones con los hermanos están irremediablemente arregladas en nuestra psiquis .
Un estudio de desarrollo de adultos realizado en Harvard, demostró que el 93 por ciento de los hombres que estaban prosperando a los 65 años habían estado cerca de un hermano en sus primeros años de vida. El mismo estudio también informó que las relaciones negativas y más pobres con hermanos antes de la edad de 20 años pueden predecir la depresión en la edad adulta, lo que sugiere que cuanto más relaciones cercanas de hermanos se mantengan, mayor será el beneficio emocional.
La dinámica clásica de los hermanos a menudo depende de qué posición tengan en la familia. En una familia nuclear (madre-padre- hijos), las posiciones típicas de los hijos son: hijo mayor, hijo del medio e hijo menor. Se ha demostrado que en los demás tipos de familia a menudo no se tienen más de dos hijos, por lo que solo comprendería las posiciones de hijo mayor e hijo menor.
Cuando nace un nuevo hermano
Traer a casa a un segundo hijo puede ser un poco diferente la segunda vez. Es normal que ante el nacimiento de un nuevo hijo los padres se pregunten cómo reaccionará su primogénito al tener un nuevo hermano presente, y cómo van a satisfacer las necesidades de ambos.
Si bien hay algunas prácticas que se pueden llevar a cabo para ayudar al hermano mayor a procesar el nuevo cambio, también es necesario dejar que todo fluya con naturalidad; permitir que el hermano mayor se adapte al hermano menor y viceversa. Al fin y al cabo, las relaciones entre hermanos suelen ser las que más perduran en la vida.
Para preparar al primogénito ante la llegada de su nuevo hermano, el primer paso será hablar sobre la llegada del nuevo integrante de la familia; explicarle en términos apropiados para su edad cómo está creciendo el bebé en el vientre materno; dejarle sentirlo cuando se mueva y contarle que su hermano desde “la panza” lo está escuchando. Además, hay que aclararle al hijo mayor que el bebé comerá, dormirá y llorará la mayor parte del tiempo; que no será un compañero de juegos de inmediato. También puede ser muy productivo incluirlo en las actividades previas al nacimiento como montar la cuna, ayudar a elegir la ropa que se pondrá su hermanito luego de nacer, elegir algunos juguetes aptos para bebés, etc.
Otra de las prácticas con grandes resultados para la familia puede ser inscribirse en clases de hermanos, las cuales son usualmente dictadas en los hospitales. Estas clases son diseñadas para que los niños y los padres aprendan juntos sobre lo que significa convertirse en un nuevo hermano.
Si el hermano mayor es menor de 4 años se debe ser sumamente cuidadoso, pues a esta edad los niños están en pleno desarrollo de su personalidad y cualquier estímulo o idea incorrecta puede generar cambios significativos en la misma. Si el niño pequeño aún duerme en la cuna y se pretende cambiarlo de cama o pasarlo de cuarto, es necesario que esto se haga meses antes de la llegada de su nuevo hermanito, así el niño podrá adaptarse a su nueva cama o habitación y el cambio no será tan brusco. Si debe compartir la habitación con su hermano también es importante ir haciéndole saber meses antes, de esta manera se puede lograr que el niño se sienta menos invadido y comprenda que su habitación será compartida.
Cuando nazca el bebé es importante que un miembro de la familia o un amigo cercano traiga a su hijo al centro de nacimiento para una breve visita y dejar que otro ser querido sostenga al bebé para que ambos padres puedan darle afecto a su hijo mayor.
Cambios en el hijo mayor ante la llegada de un bebé
Los hermanos mayores a menudo pueden sentirse presionados y usurpados cuando aparece un nuevo bebé; estos sentimientos de rivalidad pueden durar hasta la edad adulta si los padres no manejan la situación de manera correcta.
Ya no se es más el pequeño de la familia, ni el más mimado, ni el único hijo, desde ahora todo es compartido. El niño mayor cumple un nuevo rol al cual debe ir acostumbrándose. “Hermano mayor”, cuantas presiones conllevan esas dos simples palabras. Socialmente el hermano mayor debe ser el responsable, el que cuide de su otro hermano, el que le enseñe lo que está bien y lo que está mal, el que lo proteja cuando lo peleen, etc.
No es sano ejercer presiones en en el hijo mayor, ni delegarle responsabilidades que exceden los límites de su estructura emocional, pues de esta manera el niño podría presentar rechazo hacia su hermano y sentirlo como una carga, además de generarle trastornos de inseguridad y sentimientos de culpabilidad.
Recién a partir del período de latencia los niños pueden procesar con mayor madurez la llegada de un nuevo hermano. Hasta la fase fálica el niño se encuentra en plena formación de su personalidad, de hecho, es en ésta fase que el Yo comienza a tomar el control de su personalidad. Desde la etapa oral hasta el período de latencia, el niño mayor puede experimentar cambios significativos en el habla (pueden hablar como niños pequeños), en su forma de relacionarse con el entorno, intentar llamar la atención, presentar problemas de conducta o distintos tipos de regresiones como ser, el control de esfínteres.
Según Lloyd- Elliott, la competencia constante entre hermanos puede dar forma a el guión de vida de cada individuo, lo que le puede llevar a filtrar cada interacción humana posterior a través del la distorsión que presenta de su relación original con los hermanos. Todo individuo se encuentra inmerso en la cultura única de su situación particular de hogar. Inevitablemente, cualquier hermano con el que se comparte ese entorno tiene una enorme influencia en la experiencia del otro.
Teorías de la personalidad según el orden de nacimiento
El psicoanalista austríaco Alfred Adler desarrolló algunas teorías de la personalidad que se centraron en la necesidad del mismo de comprender a un individuo dentro del contexto del entorno social. Según Adler, los rasgos de carácter y los comportamientos se derivan principalmente de cuestiones de desarrollo, incluido el orden de nacimiento.
El hijo mayor
Según la teoría, el hijo mayor es propenso al perfeccionismo y la necesidad de afirmación. Es quien padece los temores y la sobreprotección de sus padres. Es quien recibe las mayores presiones en cuanto al estudio y el comportamiento.Tiende a volverse intelectual, consciente y dominante en el entorno social.
Para Adler el hijo mayor es quien pierde la atención de sus padres y lo compensa a lo largo de la vida trabajando para recuperarla y mantenerlos satisfechos. Además, se espera que este niño sirva de ejemplo a sus hermanos menores.
El hijo del medio
¡Ni el primero, ni el último! Siempre hay alguien que estuvo allí primero y siempre hay alguien que lo hará después. Para Adler este niño puede llegar a ser el más competitivo, rebelde y consistente en su intento de ser el mejor.
Los hijos del medio típicamente tienen más libertad y menos presión mientras crecen; estos obtienen lo mejor de ambos mundos: un hermano mayor al que admirar y un hermano menor al que pueden servir de mentores.
Los segundos hijos pueden tener dificultades para determinar su lugar en la familia y, más tarde, en el mundo. La incertidumbre de saber qué lugar ocupan, puede ocasionarles problemas de autoestima y autoconfianza a mediano plazo.
Están ansiosos por obtener la atención de sus padres, por lo tanto, hacen lo que encuentren a su alcance para lograr su objetivo. Debido a su estado “central”, también pueden ser los miembros más flexibles de la familia; además desarrollan grandes habilidades de empatía y negociación.
El hijo menor
¡El más dependiente! Para Adler, el hijo menor puede ser el más dependiente y egoísta. Esto puede deberse a que los miembros de la familia siempre lo cuidan y protegen. Sin embargo, ser el hijo menor también tiene varios beneficios positivos. Por ejemplo, los hijos menores presentan una gran capacidad de autoconfianza, la capacidad de divertirse y la comodidad de entretener a los demás.
A menudo, el hijo más pequeño puede tener dificultades para aceptar el “no”, y la escuela puede ser una transición difícil ya que habrán varios semejantes a él y no será el único enfoque del maestro.
Síndrome del hijo del medio
El “síndrome del hijo del medio” en algunos casos se trata de un comportamiento social y psicológico en adultos, ya que ser el niño del medio de una familia de hermanos mayores y menores puede haber creado problemas en la vida posterior. Este síndrome se da por un tema de atención hacia el hijo del medio y es un fenómeno muy real que puede ser la causa de sentimientos de rechazo, baja confianza, aislamiento y sentimientos de indignidad.
Probablemente la mayoría habrán escuchado la frase “el segundo hijo se cuida solo”; aunque ésta no es del todo verídica, tiene cierta similitud con la realidad. El segundo hijo ya no tiene la misma atención que el primero. Lucha con sus hermanos por la atención de los padres porque se siente ignorado. Los padres ya no tienen tantos miedos; no los sobreprotegen como lo hicieron con su primogénito, ni tampoco los cuidan como a los hijos menores. Esto puede crear en los niños del medio inseguridad emocional, problemas de adaptación e inestabilidad en el sentido de pertenencia. La inseguridad que ocurra en la infancia o parte de la adolescencia probablemente afectará las relaciones durante toda la vida.
Alfred Adler creía que el segundo niño dentro de una familia donde hay tres hijos puede sentirse exprimido de una posición de privilegio. Desde el punto de vista del niño del medio, los hermanos mayores cosechan todos los privilegios y los menores se salen con la suya, así que el del medio debe aprender a negociar y actuar como intermediario para obtener lo que quiere. Tienen expectativas realistas y tienden a ser los más independientes de la familia.
El hijo del medio pierde lo que se supone que es un momento de su vida en el que son admirados y adorados sin interrupción, y pasa a caminar a la sombra de su hermano mayor, clasificándose como el segundo mejor.