Revista Diario
Esta tarde he ido a una cafetería céntrica, sobre las 4 de la tarde, y he empezado a observar.
Mi hija, a mi lado, durmiendo en su cochecito.
Tres personas, dos mujeres y un hombre, charlando detrás de mí.
Una pareja con un bebé, pendientes de sus móviles.
En un sofá y una butaca, un chico y una chica con una mujer de mediana edad, todos manipulando sus móviles.
En otro lado, una chica leyendo el periódico.
En una mesa cercana, un hombre leyendo el periódico y, el chico que le acompañaba, mirando a la nada con cara de aburrimiento.
En la terraza, una familia con miembros de todas las edades, charlando.
Pasa una chica con un cochecito, mirando el móvil.
Llega una pareja de unos 50 años; él se pone a leer el periódico y ella a mirar el móvil.
Creo que en unos años no sabremos mirarnos a los ojos y charlar. Estamos perdiendo la capacidad de comunicarnos, sólo sabremos hacerlo con una pantalla de por medio, aunque tengamos la persona a nuestro lado.
Yo no quiero esto para mi hija.
Mi hija, a mi lado, durmiendo en su cochecito.
Tres personas, dos mujeres y un hombre, charlando detrás de mí.
Una pareja con un bebé, pendientes de sus móviles.
En un sofá y una butaca, un chico y una chica con una mujer de mediana edad, todos manipulando sus móviles.
En otro lado, una chica leyendo el periódico.
En una mesa cercana, un hombre leyendo el periódico y, el chico que le acompañaba, mirando a la nada con cara de aburrimiento.
En la terraza, una familia con miembros de todas las edades, charlando.
Pasa una chica con un cochecito, mirando el móvil.
Llega una pareja de unos 50 años; él se pone a leer el periódico y ella a mirar el móvil.
Creo que en unos años no sabremos mirarnos a los ojos y charlar. Estamos perdiendo la capacidad de comunicarnos, sólo sabremos hacerlo con una pantalla de por medio, aunque tengamos la persona a nuestro lado.
Yo no quiero esto para mi hija.