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Relaciones que enferman: el caso Dora Maar

Publicado el 21 enero 2014 por Rferrari @saludigital
Relaciones que enferman: el caso Dora Maar

Dora Maar, Picasso y Ady y Kasbec en Antibes. Foto de Man Ray

“Solo existen dos tipos de mujeres, diosas y felpudos y ninguna tiene importancia para mí. Hasta donde me importa, las personas son como pequeños granos de polvo flotando a contraluz” Pablo Picasso

Cuando Dora Maar (1907/1997) se encuentra con Picasso a finales de 1935 en la rueda de prensa de Crime de Monsieur Lange, -un film de Jean Renoir en el que ha trabajado como fotógrafa de plató- es ya una reconocida figura de los medios artísticos parisinos.

Fotógrafa profesional desde 1931 se mueve con solvencia en el mundo de la moda y la publicidad,  es amiga y colaboradora de Harry Ossip Meerson, su trabajo es elogiado por Brassaï y frecuenta a  Cartier Bresson y Man Ray. Es además pintora y poeta.

Nacida en Tours (Francia) en 1907, hija de madre francesa y de padre croata, ha vivido hasta los 21 años en Argentina, donde su padre -Joseph Markovitch,arquitecto- trabajó en diversos  proyectos a las órdenes de otro croata- Nicolás Mihanovich- y por lo tanto habla perfectamente español.

Relaciones que enferman: el caso Dora Maar
Profundamente involucrada en el surrealismo y comprometida políticamente con la extrema izquierda brilla con luz propia no solo por su trabajo de “fotografía de calle”  en los que retrata la miseria y la marginalidad de los personajes que encuentra en Barcelona o París, sino por sus fotomontajes  inspirados en las ideas surrealistas.

 

Esas ideas hablan de una realidad superior, a la que se accede poniendo en contacto dos mundos, la vigilia y el sueño,  para buscar la liberación del inconsciente y con ello una nueva forma de pensar que terminara con la dictadura exclusiva de la lógica y la moral.

Es una mujer de hermosos ojos verde pálido, cabello negro, voz agradable y manos de largos dedos terminados en uñas a menudo pintadas de distintos colores; tiene fama de femme fatale a raíz de su relación dolorosa y atormentada con Georges Bataille, que en su vida privada es un asiduo de los prostíbulos y un masoquista.  Es además una intelectual inteligente, con una intensa vida social y un exquisito humor negro. La obsesión erótica de Bataille por el masoquismo la acerca al sufrimiento como generador de deseo y a la culpa como contexto de la transgresión, pero siempre logra ir más allá de ser solo la amante vulgar de un famoso.

Es también alguien que sufre frecuentes cambios de humor y tolera muy mal la frustración, es orgullosa, original y testaruda. El comienzo de su relación con Picasso es  el comienzo del fin de la identidad que había construido hasta ese momento. Sin esa relación quizás su evolución como fotógrafa se hubiera desarrollado en plenitud y su creatividad se hubiera consolidado.

En muchos aspectos, Dora supera intelectual y culturalmente al pintor que es un creador y no un consumidor de cultura, pero Picasso la transformará en su musa, en  la mujer que llora. Ella resiste durante una década y desarrolla un innegable poder sobre él,  es una interlocutora sólida sin abandonar su belleza mientras comparte su mundo y su pintura.

Relaciones que enferman: el caso Dora Maar

 

Dora está detrás de la grandiosidad del Guernica y es la modelo de innumerables retratos, es también su maestra en temas políticos y sociales y una partenaire generosa en su complicada vida sexual. Documenta su trabajo de una manera tan minuciosa que nos permite  comprender como pensaba el artista.

Dice Anne Baldassari  en Le Monde: “Si se estudian las fotos (que realizó ), se ve que Picasso las usó para llevar a cabo Guernica“. Después del Guernica Dora deja la fotografía por la pintura y se deshace de sus equipos; proyectores, cortinas y luces terminan en el estudio de Picasso; los focos de Dora son usados para iluminar el trabajo de Picasso durante la ocupación y los telones para oscurecer su estudio.

En 1945,  Picasso ya se aburre de la testarudez y el desequilibro de Dora que en una ocasión dice que le han robado su perro que luego aparece andando por el muelle y otro día denuncia la pérdida de su bicicleta, mas tarde la encontrarán intacta.. Cuando conoce a Françoise Gillot, el tiene 61 años-ella 21-.

Dora se transforma en una mujer celosa y mucho más inestable; él dirá luego que la abandona asustado por su desorden mental que comenzó antes de la ruptura y de la aparición de Gilot. La encuentran desnuda en la escalera, obliga a Picasso y a Paul Eluard a arrodillarse y pedir perdón por sus pecados y finalmente es sacada de un cine y llevada a un hospital psiquiátrico en el que será tratada con repetidas sesiones de electroshock que repercutirán gravemente en su artrosis pasados los años.

Rescatada por Lacan y con la autorización de su padre  ingresa en la clínica de Bonneval e inicia dos años de análisis con él. Según Picasso, Lacan debió optar entre abandonar a Dora a sus delirios o permitir el desarrollo de sus tendencias místicas. Es probable que tenga razón porque en su misticismo encontramos antiguas cuestiones masoquistas en las que la culpa ocupa un lugar central.  Después de un breve paso por el ocultismo y el budismo, Dora  abraza el catolicismo con una fe que ocupará los últimos 40 años de su vida y la llevará a un progresivo aislamiento social después de finales de los `60.

“Después de Picasso, solo Dios” había dicho Dora;  ”No se puede hablar  del amor sin hacer referencia a Dios como goce del Otro, más allá del cuerpo, allí donde no hay palabras y donde podría estar ─si existiera─ La mujer” dirá Lacan.

Pasa los últimos años de su vida pintando, en la convicción que será reconocida como una gran pintora, comunicándose solo por teléfono con amigos y marchands, sin abandonar sus intereses económicos, sosteniendo su ecuación dinero X amor y manteniendo sus bruscos cambios de humor. El crítico de arte Edouard Jaguer dirá de ella: “Era una persona extraña, bizarra, ambigua y hasta amenazante” “Su fuerza de carácter refutaba todo lo que se dijera de ella, hasta no aceptar ningún tipo de consejo”.

Su relación con la Iglesia hace que, de tanto en tanto, abra su casa de Mènerbes en la Provençe (regalo de Picasso) para las monjas que trabajan con madres adolescentes.

Dora Maar muere el 1 de Julio de 1997 . Le Monde anuncia su muerte diez días después.

 

Relaciones que enferman: el caso Dora Maar

Picasso – “Portrait of Dora Maar” – 1937 and “Weeping Woman” – 1937

Fuentes : Caws, Mary Ann : “Dora Maar: with and without Picasso”. Ed. Thames Hudson (2000)

Combalía, Victoria : “Mas allá de Picasso”.Ed. Circe (2013)

Lord, James: “Picasso y Dora: Una memoria personal”.Ed.Alba (2007)

Dujovne Ortiz, Alicia: “Dora Maar: Prisionnere du regard”.Ed. Grasset (2003)

Lacan, Jacques: El Seminario, Libro 20, Aún. Ed. Paidós


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