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Relaciones que enferman : el caso Mileva Maric Einstein

Publicado el 08 febrero 2014 por Rferrari @saludigital

Relaciones que enferman : el caso Mileva Maric Einstein

“Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”. Mileva Maric

Mileva Maric (1875-1948) pertenecía a una familia serbia en la que abundaba el  talento y un profundo respeto por la inteligencia en todas sus formas. Su padre tuvo que solicitar permisos especiales para que  su hija pudiera seguir estudios a nivel de instituto, que estaban reservados solo para hombres,  Mila  logrará a los 15 años, las mejores calificaciones en física y matemáticas en el Instituto de Secundaria de Zagreb, al que asistían sólo dos mujeres.

En 1896 ingresa  en la Universidad de Zurich, una de las más prestigiosas de Europa en el S. XIX  y se matricula en la Escuela Politécnica de Zurich para estudiar matemáticas y física. Allí conocerá a Einstein.

Ambos compartían su amor por la ciencia y la música y se cuenta que a menudo abandonaban sus clases regladas para dedicarse a sus propias investigaciones.

Planeaban dedicarse a la docencia una vez acabados los estudios, incluso optar por un puesto en la universidad, pero estos planes se verán frustrados.

Einstein no consigue acceder a un puesto de profesor ayudante debido a su mala relación con el catedrático de física matemática y técnica H. Weber y Mileva no logra pasar el examen final de Licenciatura  y desarrollar el proyecto de investigación que tenía pensado para su tesis doctoral  debido a que queda embarazada. El paradero de esa hija-Liserl- es desconocido, su rastro se pierde un año y medio después de su nacimiento.

Mileva y Albert se casarán en 1903 y se instalarán en Berna iniciando un período sumamente prolífico de producción científica. El matrimonio es, en esta época, una fuente de felicidad para ella.  Lleva toda la carga de la vida cotidiana y además aporta al trabajo de su marido su brillante visión como matemática y una actitud de fé en su trabajo y energía sin límites. En 1904 nacerá su  hijo Hans Albert y en 1910 su hijo Eduard “Tete”  quién con el tiempo desarrollará esquizofrenia.

Mileva no participaba en la creación de las ideas de Einstein pero las sometía a prueba, las discutía con él y le daba una expresión matemática a sus razonamientos. Sin Mileva es probable que Einstein nunca hubiera desarrollado su teoría; era indeciso, vacilante, le costaba decidirse y cambiaba continuamente de opinión, también pasaba por crisis en las que dejaba de creer en él. Mileva, por el contrario, nunca dudaba de su genio.

1905 es un año de inflexión que marca el comienzo de la fama de Einstein y también  de una serie de cambios que terminarán con los proyectos profesionales de Mileva. Cuando  le preguntaban  por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: “Wir sind ein Stein!” (Somos Ein stein), que en alemán significa “somos una misma piedra”.

Aunque su casa sigue siendo punto de encuentro de científicos y de debates estimulantes, la actitud de Einstein hacia Mileva cambia. Mientras él es un científico reconocido mundialmente, Mileva deja de ser la mujer excepcional con la que se relaciona como amiga y colega y con la que comparte sus proyectos.

Las sucesivas mudanzas – primero a Praga y luego a Berlín detrás de las cada vez más suculentas ofertas de trabajo de su marido- solo aumentan su malestar, su enojo y su ensimismamiento y el sentimiento de sentirse  rechazada por el entorno laboral y familiar de Albert.

La madre de Albert, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la serbia le decía a menudo : “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una mujer” Por esa época, Einstein inicia una relación sentimental con su prima  Elsa Löewenthal, cinco años mayor, divorciada y con dos hijas, amante del lujo y acostumbrada a frecuentar círculos influyentes.

Mileva comienza a descuidar su aspecto exterior, se vuelve cada vez más callada y se vuelca a sus hijos, en los últimos tiempos de convivencia ya no inicia por iniciativa propia ninguna conversación, pierde los nervios con frecuencia y se vuelve obsesiva con el orden y las rutinas.

Cuando decide cortar esta situación y regresar a Zurich con sus hijos,  lleva ya varios años trabajando más allá de sus fuerzas  y en una total renuncia de cualquier interés personal. Su salud física no es buena, coja de nacimiento, hacer frente al día a día es cada vez más complicado.

El divorcio llegará en 1916  y se hará efectivo en 1919. Ella reacciona cayendo gravemente enferma, con repetidas crisis cardíacas pasa sus días en completa soledad y aunque sus amigos permanecerán a su lado, nadie podrá trabar verdadero contacto.

Todavía en 1920 Mileva cosía ella misma toda su ropa y la de sus hijos a partir de reciclar prendas en desuso; sus amigos ignoraban sus penurias económicas y ella seguía defendiendo a capa y espada la reputación de su ex-marido, leyendo mucho y asistiendo a conferencias y conciertos cuando su salud se lo permitía. En 1922 Einstein recibe el Premio Nobel y entrega toda la dotación económica del premio a Mileva, cumpliendo así una de las clausulas del divorcio.

Llega una relativa calma económica pero en 1929 la conducta errática de su hijo Eduard desemboca en un brote psicótico. A partir de ese momento y durante los siguientes 20 años, su vida transcurre entre enfermeros y sanatorios.

Vivirá sumida en una constante preocupación por Tete; su cuidado, los enfermeros y las estancias en el Sanatorio Burghölzli le ocasionarán grandes gastos, de modo que deberá impartir más clases de matemáticas y música, su vida social se reducirá a unas pocas personas de confianza, alguna salida al cine y sus placeres serán cuidado de su terraza de cactus y  la música.

Quizás haya encontrado otra forma de identificación narcisista en ese hijo brillante, estudiante de medicina,  que ha pasado de una amor y admiración sin límites por su padre a un odio abierto. En una carta de 1930 Tete se quejará a su padre de que su sombra pesa sobre él más que una roca que lo va hundiendo poco a poco. ¿Era también el sentimiento de Mileva?

La salud de Mila se resiente aún más, tiene repetidos infartos cerebrales que van dejando secuelas, finalmente muere en 1948 luego de un derrame cerebral que la deja paralizada del lado izquierdo.

Su caso mezcla lecturas relativas a cuestiones de género sobre la incapacidad de elección para una mujer de la que se espera que sea esposa y madre y apoyo de su pareja  con otros temas menos claros ligados a su subjetividad.

La relación con Einstein basada en una comunicación complementaria nunca se resolverá, Mileva será siempre una mujer reservada con muchas dificultades en la gestión  de sus  emociones. Sus escasos recursos para expresar su deseo y definir su proyecto vital se transformarán en una capacidad ilimitada de renuncia, un tipo de relación de objeto basado en el sobre investimiento y en un inexorable empobrecimiento del YO en favor de ese objeto. La enfermedad física será entonces una consecuencia inevitable de este proceso.-

En este caso, la relación afectiva de Albert y Mileva no solo interesa como ejemplo de una relación que enferma a una de las partes sino que la pregunta final es ¿Cuál habría sido el destino de la Física contemporánea si  aquel otoño de 1896 no hubieran coincidido en el mismo curso de matemáticas y física en la Universidad de Zurich?

Fuente:

Trbuhovic-Gjuric Desanka: “A la sombra de Albert Einstein”, Ed. De la Tempestad- Barcelona- (1988)

http://www.teslasociety.com/Mileva.htm

http://francis.naukas.com/2009/01/23/el-papel-de-mileva-maric-en-la-obra-de-albert-einstein/

In Albert's Shadow: The Life and Letters of Mileva Maric, Einstein's First Wife

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http://www.pbs.org/opb/einsteinswife/

http://www.experientiadocet.com/2009/12/einstein-ymileva-maric-einstein.html


Archivado en: psicoterapia de pareja, relaciones que enferman Tagged: einstein, mileva maric

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