Revista Opinión

Relato # 4 Viviendo

Publicado el 13 septiembre 2018 por Carlosgu82

Estimados  lectores esta historia es parte de un recopilado de relatos urbanos que decidí plasmar, espero os guste.

Relato n° 4  Viviendo

Algunas cosas en la vida son inexplicablemente necesarias para que aprendamos ciertas reglas, pero esto sucesos no le pasan a cualquiera, quizás la mayoría de personas  nunca tenga nada extraordinario que contar, pero ese no era el caso de Juan, quien duro días encerrado  tratando de entender o asimilar lo que le había pasado, su madre ya una anciana se preocupa bastante por su hijo pero de cierta forma en su corazón sentía un alivio,  ya que por lo menos sabía que su hijo estaba en casa. Se puede decir que todo comenzó cuando Juan conoció algunos compinches al terminar el bachillerato, aunque cada uno de ellos vivían extremadamente lejos el uno del otro, acordaron reunirse donde las putas y pasarla bueno, Juan que hasta ese momento era un campesino inocente, allí  conoció los placeres  y las angustias carnales,   el amor comprado, las embriagueces, los desenfrenos y excesos, el chico humilde y obediente entonces se convirtió en una persona desobligada, rebelde y temperamental.

En la finca de sus padres que se puede describir mejor como una choza y un lote, Juan trabajaba de mala gana, lo que conseguía todo lo gastaba sin conciencia el fin de semana, además se llevaba al único caballo que tenían y el perro. Pasaron varios meses con esta situación y la escena era repetitiva, los reclamos de la madre, la exigencia a su padre de los dineros  que según el había ganado con el sudor de su frente, los pobres viejos cansados de criar 9 hijos ya no tenían voluntad para luchar, así que Juan sin vergüenza tomaba al caballo y su perro  desde el viernes hasta muy tarde el domingo cuando por fin se aparecía, pese a esto su madre nunca desistió de su amor, con ternura le echaba la bendición y con lágrimas lo veía partir. Sin embargo ya la vida le tenía a Juan su premio. Ese mismo día que Juan le partió el corazón a su madre gritándole que estaba mamado de su cantaleta, se largó furioso como era su costumbre, en cuanto  llego a la “taberna” del pueblo, amarro al caballo al poste e ingreso como un señor distinguido junto a su perro, el pobre caballo sufría todo el fin de semana a la interperie con un baldado de agua sucia y el poco pasto que salía a los lados del poste, mientras el perro disfrutaba junto con su amo de la música, el amor  y las sobras de las comidas.

Ya el domingo durmió hasta muy  tarde para recuperarse de las borracheras,  pago lo que se gastó de mas,  bebió  mucha agua por la sed  y se preparó para irse, cuando salió del lugar su caballo cansado, sediento y mal alimentado, parecía  emocionado, le soltó el amarre, cuando el caballo lo miro a los ojos le dijo: ¿ya nos vamos amo?. Juan por un momento dudo de lo que había escuchado, pero el caballo insistió diciéndole: amo vámonos ya, mi ama esta triste. La voz del caballo parecía la más culta que ningún ser humano haya escuchado jamás, pero esto no impidió que Juan junto con su perro salieran despavoridos, corrió como nunca, grito como si hubiera visto la muerte, cuando por fin paro de correr junto a un pequeño acantilado, no sentía las piernas aunque le temblaba todo el cuerpo, se arrodillo y tomo como soporte al perro quien lo miro y dijo: que susto tan hijoeputa nos metió el caballo… Juan llego llorando ahogándose a los pies de su madre, pidiéndole perdón, prometiendo que iba a cambiar.


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