Siento una gota de sudor recorriendo mi frente. ¿Dónde estoy? Todo pasa muy rápido a mi alrededor, tan gris y volátil. Intento tomar consciencia de mi cuerpo. Mi corazón late fuertemente, tan fuerte que parece un eco. Tengo miedo y estoy corriendo, huyendo de algo. Sé que algo viene detrás de mí, puedo escuchar sus murmullos, lo siento, pero no quiero voltear, sé que en cualquier descuido me atrapará. Pero ¿qué es? No lo recuerdo, solo sé que no puedo parar, que no debo hacerlo.
Frente a mí un paisaje gris; arboles, plantas de varios tamaños; a los lados se distinguen montañas, pero no puedo distraerme, debo seguir hacia adelante. “Eso” viene detrás de mi y sé que si me atrapa será el fin. ¿El fin de que?
Tengo miedo y de vez en cuando siento mis piernas temblar. Un paso y otro, lo más rápido que puedo intentando no tropezar. Sé que si me atrapa… si “eso” me atrapa…
Escucho un riachuelo y puedo percibir que no está muy lejos. Veo hacia atrás un segundo con tanto miedo que me siento desmayar. Suspiro al notar cierta calma. Los murmullos se han ido. ¿Podré detenerme?
El sonido del agua despertó en mí una sed insaciable. El río está cada vez más cerca, volteo de nuevo, esta vez más confiado. No hay nada. Todo se siente apacible. Poco a poco, bajo mi velocidad y me acerco. Tomo un sorbo, dos, mojo mi cara, veo mi reflejo. ¿Quién soy?¿Que hago aquí? No reconozco esa cara. Ni siquiera estoy seguro de que es una cara. Cierro los ojos y ella esta ahí. Una mujer recostada en el suelo, parece dormida, su cara transmite calma y ¡oh! Es tan hermosa.. Siento una sensación desesperante, pánico, la llamo “amor, despierta, lo siento”. Mis labios tiemblan y las lágrimas brotan sin cesar, como una cascada de dolor y penurias, estoy de rodillas frente a ella mientras la sacudo suavemente “Despierta, amor, lo siento”. Escucho el murmullo nuevamente. Abro los ojos. Ahí viene.
Se lo que tengo que hacer, correr, escapar. Me levanto y rápidamente veo hacia atrás. La oscuridad viene hacia mi con hambre, con ansias. Comienzo a correr con todas mis fuerzas, el miedo me carcome, no puedo siquiera parpadear. ¿Cuánto tiempo llevo corriendo? Se que es mucho, aunque se también que aquí el tiempo no existe. Podrían ser días, meses, años, siglos. El sudor en mi cuerpo. La brisa fría que pega de frente. El sonido de la oscuridad detrás de mí, los murmullos. La sed insaciable. Y ella. ¿Quién es ella? Intento no pensar mientras corro.
En medio de este mundo gris me viene a la mente el color rojo de su sangre, abriéndose paso en el piso a los lados de su cuerpo, brotando de forma constante, infinita, mientras yo, de rodillas a su lado siento el más profundo dolor en mi pecho. Sé que la amaba. Lo siento. Siento dolor. Mi cuerpo duele pero no más de lo que duele su ausencia. Sé que la amaba. Sé que la amo.
Poco a poco los recuerdos vienen a mi mente. Su olor, su figura, su mirada, su sonrisa, su llanto… su dolor. No quiero pensar en su dolor. Me duele. Tropiezo. No puedo distraerme, tengo que correr. No quiero que me alcance. No estoy listo.
Otra vez ella. Mis pies duelen, no descansan. Mis rodillas arden. Pero lo que más me duele es su dolor. Su llanto. No, no, ¡no! No pienses en su dolor, recuerda su risa, recuerda su felicidad. Recuerda su amor. No, yo no merecía su amor. Su amor por mí me duele. No te distraigas, mira al frente. La oscuridad viene.
Sé que si me detengo será el fin. ¿El fin de que? El fin de mi consciencia. Sé que la olvidaré. Tengo que hacerlo. Pero no quiero. ¿Por qué no quiero? Olvidaré su dolor, pero también su amor, que duele y no merezco. Sigo corriendo. El miedo me atrapa. La oscuridad detrás de mi. Estoy tan cansado. Quiero rendirme pero tengo miedo. Llevo años, siglos corriendo. Ya estoy cansado. Sé que se acerca mi fin, lo escucho cada vez más cerca.
Frente a mi hay un acantilado. Me detengo. Escucho mi respiración. Mi corazón latiendo haciendo eco. ¿Este es el fin? Este mundo es tan gris y mis manos… Miro mis manos, lo único que tiene color. Rojo. Mis manos manchadas de sangre. La sangre de ella, de mi amada. “Lo siento”, susurro. “No quería, no quería”!! Lloro, tanto dolor me ahoga, pongo mis manos en el pecho. Duele demasiado. No creo poder soportar tanto dolor. No puedo más. Perdóname. Tu dolor me persigue.La oscuridad se acerca, puedo escucharlo. Delante de mí tengo el abismo. Tengo miedo, pero a la vez tengo la certeza de que es el fin. No sé qué me espera. Sea cual sea la decisión, tengo que dejarla ir. Si tan solo la hubiese dejado ir antes, ella estuviese bien.
No quiero morir, pero ya estoy muerto. Y ella no está conmigo. Solo espero que me perdone.La oscuridad se acerca. Delante de mi el abismo, igual de oscuro. Me dejo caer. Espero tener la oportunidad de redimirme.
Autor: Arlette Nin
Facebook: Anaïs Nin, Frases en Español
Instagram: @arlettenin