Revista Opinión

Relato Corto De Un Emigrante

Publicado el 19 septiembre 2018 por Carlosgu82

El día en que decidí emigrar confieso sentí emoción. No sabía lo que me vendría, sin embargo quise asumir ciertos riesgos. Esos riesgos que me llenaban de satisfacción porque pensaba en que mi situación económica mejoraría, mi calidad de vida mejoraría, en fin toda mi vida tendría mejora.

Y no digo que no ha mejorado, pero en cierto modo no era lo que esperaba. Para nadie es un secreto que Venezuela esta en una gran crisis económica, social, humanitaria y demás, y por esos y cientos de motivos mas, muchas personas, incluyéndome, tomamos la decisión de salir corriendo, digo corriendo porque nos apresuramos para tener todo lo necesario y salir lo mas rápido posible de tal pesadilla.

Y jamas olvidando la guerra que le hicimos al SAIME, si, esa pagina malintencionada que se caia cada 5 minutos cuando por fin lograbas acceder, sin descartar la calamidad que pasaste por buscar la dichosa tarjeta de crédito con el monto que el saimecito pedía. Ay que tiempos aquellos. Tiempos que no quiero ni seguir haciendo énfasis.

En fin logré emprender mi viaje, un viaje con destino a Lima, con 5 días de camino en un autobús donde no sabes si la retaguardia quedo pegada en aquel asiento. Al llegar solo quieres trabajar, no importa si pasaste “roncha” en ese viaje, lo único que anhelas es ganar dinero y enviarlo a Venezuela para que por lo menos tus familiares dejen de comer cambures con sardina.

Al trabajar le pones todas las ganas del mundo, esas ganas de las cuales muchos sienten envidia, sin importar que te paguen menos del sueldo mínimo, lo único que dices es: esta bien para empezar. Y ni hablar cuando recibes tu primer pago corres a enviar dinero sin importar que te quede solo para unos panes y unos huevos.

No les pasa que ¿cuando tienen el dinero en sus manos sienten la necesidad de enviarlo todo? pero te acuerdas que debes pagar alquiler, comida, pasajes entre otros gastos personales, pero bueno, ese es otro tema.

No digo que estar en otro país sea malo, no lo es, lo único malo es esa minoría de personas xenofobicas con aire de super estrellas. No entiendo como es posible que en el mundo exista gente tan déspota. Pero si las hay y muchas en cualquier rincón.  Y sientes el deseo de poder agredirlas, pero recuerdas la famosa frase del chavo del 8: la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena, y si, es verdad. El odio envejece el alma. Aunque confieso que las ganas de golpearlos no se quitarán nunca, la mantienes ahí ocultas, hasta que llega alguien y las saca a relucir.

No hay que olvidar el famoso refrán que dice: el que escupe pa’ arriba le cae la saliva, y quien quita que esos que tan mal te han tratado terminen peor o igual de lo que tu estabas. No se les desea mal pero bueno, si estoy en un desierto y tengo agua lo mas probable es que me la beba. Digo, para no desperdiciarla.

¿Me pasa a mi solamente o existe alguien mas que pensará igual?

En fin, resumo estas palabras con una frase muy filosófica: Emigrar es solo para valientes.


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