Ganex era el mejor mago de la región, pero no conseguía trabajo por su aspecto. Todo el mundo daba por sentado que los magos debían ser hombrecillos encorvados y desarreglados, con barba poblada y pinta de despistados, así que desconfiaban de su habilidad cuando veían su juventud, su porte de guerrero y su mirada penetrante. Ganex había intentado cambiar su apariencia, pero no se le daba bien y eso generaba aún más desconfianza entre la gente. Cuando vio a los pueblerinos que acababan de rechazar sus servicios acosar para que fuera su mago a un viejo vagabundo que afirmaba no tener ningún poder, pero que sin duda daba el pego en cuanto al aspecto, su paciencia se colmó y decidió abandonar esa región para siempre.
No llegó a hacerlo porque el vagabundo, que era de todo menos tonto, corrió tras él y le hizo una proposición que podía beneficiar a ambos. Desde ese momento, el viejo hizo el papel del mago mientras el verdadero mago fingía ser su guardaespaldas. Los pueblerinos, cegados por la apariencia de ese venerable anciano, le contrataban sin dudarlo y ofrecían tanto a él como a Ganex un buen sueldo y todas las comodidades. Cuando llegaba la hora de hacer la magia, sin embargo, el vagabundo se limitaba a agitar una varita mágica que desprendía chispas mientras Ganex hacía el verdadero conjuro a escondidas.
Pronto, su fama creció tanto que ya no tenían necesidad de viajar para buscar trabajo, sino que las autoridades de las distintas ciudades les buscaban a ellos. Justo a tiempo, porque Ganex cada vez notaba a su compañero más agotado y enfermo por su avanzada edad. Decidieron entonces que era el momento de construirse una torre donde recibir a los peticionarios, lo que hizo que su fama creciera aún más.
Todo el mundo entendía que el anciano era un hombre muy ocupado para perder el tiempo conversando con gente mundana, así que a nadie le extrañó que sus apariciones en público fueran cada vez más esporádicas y que fuera Ganex, su guardaespaldas y secretario, quien aceptara los encargos en su nombre. Les molestaba no saciar su curiosidad conociendo al ilustre mago en persona pero, mientras los trabajos se siguieran haciendo, no tenían derecho a quejarse.
Para cuando el anciano murió de viejo, rodeado de lujos, Ganex ya podía seguir con su trabajo sin su ayuda. Y así, aunque todo su prestigio lo recibía un personaje inexistente, pudo ganarse bien la vida y continuar haciendo su magia.
--------------------------------------------------------------------------------
Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia