Hoy había que cumplir con la consigna "Escribe un cuento en el que tu protagonista vea el cielo por primera vez".
Se decía, entre mi gente, que el primer cielo que vieras marcaría el resto de tu existencia. Por eso, los cuidadores esperaban a que hubiera un hermoso atardecer o amanecer, o a que el cielo estuviera despejado para sacar de las cavernas a los niños.
Eso fue, claro, hasta que ofendimos a los dioses y nos maldijeron con una tormenta permanente. Ahora, nadie se atreve a sacar a la superficie a ningún infante para evitarle un destino tan funesto como el cielo que hay sobre nuestra tierra. La gente no entiende que el hecho de no ver ningún cielo en absoluto también nos marca. Y todos esperan que la maldición pase pronto, sin pensar en que, si no lo hace, cuando los adultos vayan envejeciendo, no quedará nadie con suficientes conocimientos como para subir a la superficie y conseguir los recursos que necesitamos tan desesperadamente para sobrevivir aquí abajo.
Por eso he decidido escaparme. Quince son muchos años de espera para ver el cielo. Es fácil escabullirse, porque los túneles que suben arriba no son muy frecuentados y solo se usan para las excursiones al exterior en busca de recursos.
Sé que estoy cerca cuando empiezo a ver, a lo lejos, paredes que se iluminan de pronto. Suenan también ruidos espantosos, a veces, todo vibra como si se fuera a derrumbar en cualquier momento. Hay agua por todas partes, y hace frío. Pero nada de eso me detiene y, por fin, veo mi primer cielo.
Los adultos pueden decir lo que quieran, a mí me parece glorioso. Después de vivir tanto tiempo en la oscuridad, esos innumerables matices de gris puro me parecen fascinantes. Luego, un rayo rompe el cielo y siento una gran ira crecer en mi interior por todo lo que nos han arrebatado. Si este es un cielo horrible, ¿cómo serán esos atardeceres y amaneceres, cómo ese azul puro?
Decido que llegaré a verlos algún día, aunque tenga que enfrentarme a los mismos dioses para conseguirlo. Cada trueno y relámpago parecen darme fuerzas para emprender esa gesta. Con la decisión tomada, vuelvo a las cavernas para hacer el equipaje y marcharme de aquí para siempre. Quizás sea cierto que el primer cielo que ves marca el resto de tu existencia. Un error por parte de los dioses, porque mi primer cielo me ha dado la fuerza que necesito para rebelarme contra ellos.
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