Cuando le propuso a su jefe gamificar el día de los empleados, María estaba lejos de tener en mente algo tan descabellado como montar un juego de pistas en la oficina. La escena del crimen tenía que ser lo más realista posible, pero era muy difícil simularla con tan poco presupuesto. Además, ella estaba lejos de ser una manitas, así que no tuvo más remedio que acercarse al departamento de creatividad y pedirle a José que le echara un cable.
Él nunca le había caído bien, pero trabajaron codo con codo durante varias horas para tenerlo listo y se dieron cuenta de que eran un gran equipo. Cuando estaba fuera de su ambiente y se sentía más cómodo, casi parecía un tipo normal, y no un prepotente. Aun así, nunca se le hubiera pasado por la cabeza que acabarían celebrando lo bien que había quedado la escena del crimen tomando unas cañas en el bar de enfrente. O que después de las cañas irían a cenar. O que, después de la cena, la acompañaría a casa y sentiría mariposas en el estómago antes de que él la besara.
Confusa, no dejó que la cosa llegara a más y entró en el portal. Al día siguiente, ambos se comportaron como si nada hubiera ocurrido, al menos hasta que José aprovechó un momento en que nadie miraba para guiñarle un ojo y vocalizar en silencio "A la salida nos vemos". Repitieron las cañas, la cena y el beso pero, esa noche, él subió a casa con ella.
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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia