Hoy tocaba hacer un relato sobre una primera cita en una pescadería. Y lo mezclo con uno que debe contener la frase "No creía en la mala suerte pero".
Cena cinco estrellas
No creía en la mala suerte pero, justo el día en el que Nerea había aceptado cenar con él y le había prometido prepararle una cena de cinco estrellas, el gato había encontrado la manera de escalar hasta lo alto de la nevera, donde había dejado el preparado con la preciosa lubina que había comprado para la ocasión mientras se calentaba el horno, y se había puesto las botas.
A Lucio se le cayó el mundo encima, pero debía tranquilizarse y buscar una alternativa. Quedaba algo más de media hora para que ella apareciera, así que a lo mejor le daba tiempo a ir a comprar algo. Cogió sus cosas a toda prisa y atravesó el portal a la carrera. Tan rápido iba que casi pasó por alto que ella ya estaba allí, apoyada en una pared frente a su portal, leyendo.
-¡Eh! -le detuvo la preciosa voz de Nerea-. He llegado muy pronto, pero no quería molestarte mientras cocinas. ¿Dónde vas tan deprisa?
-A buscar nuestra cena -dijo, apurado. Ella alzó una ceja. Había prometido cocinar, no comprar comida para llevar-. El gato se ha comido nuestra lubina -explicó-. Justo iba a la pescadería a comprar otra, aunque me temo que ya no podrá ser un plato tan elaborado.
Nerea decidió acompañarle y fueron juntos a la pescadería, donde había un par de personas haciendo compras de última hora. Al pescadero no le quedaba mucho género, pero Lucio localizó un par de piezas que tenían buena pinta y comenzó a explicarle a Nerea por qué eran la mejor elección y qué podían cocinar con ellas. Para su desgracia, los que iban delante de ellos también lo escucharon y se quedaron con ellas.
La cara de pasmo y desesperación que puso hizo reír a Nerea, que le dijo:
-Anda, que ya es mala suerte. ¿Y qué tal unos boquerones de esos? Los rebozamos y los freímos en un santiamén. No será un plato cinco estrellas, pero no nos quedaremos con hambre.
Lucio, que se había quedado sin alternativas, aceptó el plan con resignación, así que compraron los boquerones y subieron a su casa, donde Nerea pudo comprobar de primera mano el estropicio que había causado el gato. Mientras ella le hacía carantoñas al felino y bromeaba con él, Lucio preparó los boquerones y una tabla de quesos. Luego, dieron buena cuenta de ellos en la mesa del salón, donde había puesto la mesa con todo lujo de detalles, y estuvieron charlando hasta altas horas de la noche.
-Esto hay que repetirlo -dijo Nerea al dar por finalizada la cena.
-Pero con el plato de cinco estrellas que te prometí -le aseguró Lucio, aliviado. No había ido tan mal después de todo. Para reafirmar esa creencia, ella le dio su primer beso.
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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia