Revista Humor
Solo había sido un rasguño en su adversario, apenas unas gotas de sangre en la espada, pero Brontak se obsesionó. Imaginaba que no eran solo unas gotas, sino que toda la hoja había sido teñida por ese hermoso tono rojo. Eso nunca pasaría. Había sido su primer duelo, pero incluso los duelistas más experimentados no llegaban más allá de la primera sangre. No podías matar a un noble así como
