Reto semana 2. Describe una escena sensual con una pareja que termina desnuda en la barra de un bar.
Ponerme al día con los retos y encontrarme con esta belleza. Aunque pensándolo bien no es un tema nuevo, pues hace algún tiempo debí describir una y al final terminé con una entrada en la cual dí algunos consejos . Solo espero les guste.
La calentura de Leopoldina
Leopoldina observó la botella de Whisky sobre la barra y aplaudió su decisión de separarse del grupo de turistas con el que arribara horas atrás al puerto. Ver el bronceado y precioso cuerpo de Batista valía cada segundo que tardaría en encontrar el hotel.
─Senhora, vamos fechar ─El chico la observó con esos ojos negros saltones que la excitaban y Leopoldina no dudó en servirse otra copa.
─Vamos, muchacho, recién acabo de llegar.
Cuando el barman regresó de recoger las últimas mesas, Leopoldina había desabrochado su camisa y exhibía unos amorfos e hiperpigmentados senos. El chico arqueó las cejas y debió tragar saliva antes de levantar la mirada.
─Eu não sei se você não me entendeu... ─carraspeó y enfatizó en un español forzado─. Vamos a cerrar.
Leopoldina sonrió y acarició su labio superior con la lengua. Una extraña calentura recorría todo su cuerpo y parecía obligarla a actuar desinhibida, como jamás se habría imaginado.
Un grupo de jóvenes golpeó con fuerza el vidrio de la ventana y Batista se alejó observándola de reojo. Tras resolver la situación, el muchacho emitió un leve quejido al hallar a Leopoldina desparramada sobre la barra. Se había desnudado y transfigurado en una masa blanca de pliegues y estrías que lo invitaba a "montarla". Se rascó la cabeza y caminó hasta estar a unos centímetros de la cuarentona, que a esas alturas se bañaba a sí misma en Whisky.
─¿Soy yo o está haciendo calor? ─gimió ella. Él, tras analizarlo durante algunos minutos finalmente tomó una decisión. Algo temeroso, se deshizo de sus trapos y no tardó en ubicarse a su lado sobre la barra. Acarició con delicadeza el cuello de la mujer, que exhibía un collar artesanal con una medialuna tallada en madera. Sus miradas se cruzaron y el tiempo pareció detenerse.
─¡Qué estoy haciendo aquí! ─gritó de pronto Leopoldina y abofeteó a Batista─. ¡Por qué estoy desnuda! ¡Por qué estamos desnudos! ¡Quién...!
─Senhora, por favor, vístase y váyase ─dijo Batista, bastante molesto, mientras lanzaba el collar con la medialuna de madera a la cesta de basura y renegaba de los ingenuos extranjeros, que compran cuanta chuchería les ofrecen en la calle.
¿Alguien puede decirme por qué Leopoldina ya no está caliente?