Revista Comunicación

Relato semana 2. La calentura de Leopoldina

Publicado el 15 enero 2017 por Edvalroj

Reto semana 2. Describe una escena sensual con una pareja que termina desnuda en la barra de un bar.

Ponerme al día con los retos y encontrarme con esta belleza. Aunque pensándolo bien no es un tema nuevo, pues hace algún tiempo debí describir una y al final terminé con una entrada en la cual dí algunos consejos . Solo espero les guste.

La calentura de Leopoldina

Relato semana 2. La calentura de Leopoldina

Leopoldina observó la botella de Whisky sobre la barra y aplaudió su decisión de separarse del grupo de turistas con el que arribara horas atrás al puerto. Ver el bronceado y precioso cuerpo de Batista valía cada segundo que tardaría en encontrar el hotel.

─Senhora, vamos fechar ─El chico la observó con esos ojos negros saltones que la excitaban y Leopoldina no dudó en servirse otra copa.

─Vamos, muchacho, recién acabo de llegar.

Cuando el barman regresó de recoger las últimas mesas, Leopoldina había desabrochado su camisa y exhibía unos amorfos e hiperpigmentados senos. El chico arqueó las cejas y debió tragar saliva antes de levantar la mirada.

─Eu não sei se você não me entendeu... ─carraspeó y enfatizó en un español forzado─. Vamos a cerrar.

Leopoldina sonrió y acarició su labio superior con la lengua. Una extraña calentura recorría todo su cuerpo y parecía obligarla a actuar desinhibida, como jamás se habría imaginado.

Un grupo de jóvenes golpeó con fuerza el vidrio de la ventana y Batista se alejó observándola de reojo. Tras resolver la situación, el muchacho emitió un leve quejido al hallar a Leopoldina desparramada sobre la barra. Se había desnudado y transfigurado en una masa blanca de pliegues y estrías que lo invitaba a "montarla". Se rascó la cabeza y caminó hasta estar a unos centímetros de la cuarentona, que a esas alturas se bañaba a sí misma en Whisky.

─¿Soy yo o está haciendo calor? ─gimió ella. Él, tras analizarlo durante algunos minutos finalmente tomó una decisión. Algo temeroso, se deshizo de sus trapos y no tardó en ubicarse a su lado sobre la barra. Acarició con delicadeza el cuello de la mujer, que exhibía un collar artesanal con una medialuna tallada en madera. Sus miradas se cruzaron y el tiempo pareció detenerse.

─¡Qué estoy haciendo aquí! ─gritó de pronto Leopoldina y abofeteó a Batista─. ¡Por qué estoy desnuda! ¡Por qué estamos desnudos! ¡Quién...!

─Senhora, por favor, vístase y váyase ─dijo Batista, bastante molesto, mientras lanzaba el collar con la medialuna de madera a la cesta de basura y renegaba de los ingenuos extranjeros, que compran cuanta chuchería les ofrecen en la calle.

¿Alguien puede decirme por qué Leopoldina ya no está caliente?


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