La consigna de esta quincena era "Narra la batalla entre una maga que domina la electricidad y otra que invoca demonios".
Nal-ak era una maga de último curso, de las que mejores resultados tenía, con un inmenso poder innato. Podía convocar demonios y todo tipo de entes sobrenaturales, escudos mágicos potentes y hasta, se rumoreaba, era capaz de alterar el tiempo. Zaca, por el contrario, era una hechicera mediocre de primer año y apenas dominaba un par de conjuros complejos, aunque tenía una gran habilidad para la electricidad.
Zaca no tenía nada que hacer en esa batalla. Nal-ak lo sabía. Zaca lo sabía. Los compañeros y profesores de Zaca lo sabían. Lo más lógico hubiera sido que se rindiera en cuanto hicieron el sorteo de los adversarios de la primera ronda del torneo, pero Eik, que se dedicaba a gestionar las apuestas, le había prometido una auténtica fortuna si lograba aguantar un asalto.
La familia de Zaca necesitaba el dinero, así que ella accedió. Solo tenía que aguantar un asalto para que su familia cobrara lo suficiente para librarse de sus deudas y llevar una vida cómoda. Una pena que Zaca no fuera a sobrevivir para verlo. No era obligatorio matar al adversario, pero nadie lo impedía y Nal-ak no era conocida por su piedad.
Solo un asalto con vida. Nada más que eso. Pero Nal-ak no tenía ganas de jugar con una presa tan patética y decidió acabar rápido. Zaca supo que estaba perdida cuando uno de sus rayos rebotó contra su escudo antimagia y su contrincante empezó a conjurar a un demonio mayor. Pero no, no podía rendirse, tenía que haber otra forma.
Entonces se fijó en los focos del techo. Estaban justo encima de su oponente y pendían de un cable muy fino, que podía destrozar con una sobrecarga en la red eléctrica. Nal-ak estaba acabando de convocar a su demonio cuando Zaca lanzó su hechizo desesperado. La criatura salió del portal, pero, cuando su conjuradora estaba a punto de darle la orden de matar a esa mosquita muerta, le cayeron los focos encima.
No le hicieron mucho daño; aunque sus protecciones mágicas no la protegieron del todo, no dejaba de estar hasta arriba de conjuros de fuerza y resistencia. No obstante, le hicieron perder la concentración. Y perder la concentración cuando estás controlando a un demonio letal es una condena a muerte. Así que Zaca observó anonadada cómo su oponente no solo no la mataba, sino que recibía la muerte que le había destinado. No solo había aguantado un asalto con vida. Lo había ganado.
Cuando salió del ring, lo primero que hizo fue consultar el saldo en la cuenta familiar. Todos sus problemas habían acabado. Luego, sin dar tiempo a Eik para hacerle otra oferta loca, esquivó a todo el público que se acercaba a felicitarla para acercarse a la organización y decirles que se retiraba del torneo. Acabada esa gestión, se escabulló por la puerta trasera, sin saber muy bien qué hacer a partir de ahora con su vida. Se había reconciliado con su muerte y no había hecho planes más allá de esa noche.
-Te quiero en nuestras filas -dijo una voz a su espalda. Se giró para encontrarse al reclutador del rey, un hombre que no había mostrado interés por ningún alumno desde hacía años, a pesar de que ser uno de los magos de su majestad era el sueño de todos los magos de talento de la escuela, profesores incluidos.
-Creo que ha habido un error. Ha sido pura chiripa. Soy una hechicera mediocre -le explicó.
-Lo eres. Pero, a pesar de ello, has sido lo bastante ingeniosa como para vencer a una adversaria muy superior. Y está claro que no tienes miedo de la muerte. Así que vamos, recoge tus cosas y despídete de quien tengas que despedirte; los magos del rey aprendemos en otra clase de escuela. Tu familia podrá trasladarse también a la corte en los próximos días.
-No tengo nada que llevarme, ni nadie de quien despedirme -respondió Zaca. En el fondo, se preguntaba si no había muerto a pesar de todo y esto era una especie de recompensa ultraterrena por su sacrificio. Pero le daba igual-. Te sigo.
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