Hoy tocaba escribir un relato con transparente, sueño y melífluo. Y ahí va:
Era un hombre tan transparente y melífluo que, cuando le vio sonreír mientras dormía, supuso que estaría soñando algo tan dulce como él. Pero no sonreía porque su sueño fuera dulce, como su chico imaginaba. Sonreía porque, en el mundo de los sueños, podía dejar atrás todas sus ataduras y llevar a cabo todos sus deseos, como asesinar por fin a ese hombre que todos decían que era su alma gemela pero al que solo se atrevía a reconocer que no soportaba en su subconsciente más profundo.
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