Revista Insólito
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Yo he vivido la experiencia de la frontera directamente, soy de Trieste y en la postguerra la tenía muy cerca. La ciudad es muy pequeña y estaba muy cerca del centro de la urbe, así que era como vivir al lado de un telón de acero. Una frontera insuperable que no se superó hasta que Tito se desvinculó de Stalin. Era como una muralla china, totalmente desconocida. Y por otro lado, era mi mundo. En Trieste mucha gente tiene apellidos de muchos países. Una frontera, efectivamente, puede dividir y a la vez unir, porque puede ser un puente o un muro según se pueda ver. Y también puede dar lugar a obsesiones, por ejemplo, la obsesión por la pureza.
Claudio Magris Escritor, traductor y profesor Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán,
Relatos de Frontera de Alhóndiga Bilbao, 2013