No hay pensamiento en el que no estés,
ni mirada en la que no te vea
cuando te vienes a mi mente.
Y te imagino
en todas las miradas a Poniente.
Y no hay movimiento que no piense que hago
y en el que no estés conmigo.
A mi lado.
Mirando nuestras vidas paralelas.
No hay momento que no recuerde tu cara.
No hay momento del día
que no visite tu alma.
Ni en el que no haga cosas cotidianas
como mirar el reloj, y pensar que te estarás levantando.
Te miro en el espejo cada mañana.
Te construyo, te dibujo… Te imagino.
Te veo en cada movimiento.
Tumbada;
durmiendo, pensando, leyendo.
No hay momento en el que no piense que el destino,
si no nos uniera, estaría cometiendo un error
imperdonable, imposible, impensable.
Y no puedo hacer nada.
Estoy quieta, inmóvil, tranquila.
Calma.
Esa mirada
que vive en millones de vidas,
de momentos compartidos.
Esa mirada
que está a punto de mirarme
todas las mañanas.
Hago recuento del amor que tengo dentro,
que otros me han dado y
te lo envío en forma de mirada.
En cada beso de los demás veo nuestros besos,
cada abrazo que me dan es tuyo
y a ti te dedico cada abrazo que doy.
No encuentro un lugar para olvidarte
porque tú me acompañas.
A todas partes.