Revista Salud y Bienestar
Sus padres y abuelos habían ido a la uva subidos a trenes oxidados o en autocares desvencijados. Francia quedaba muy lejos, pero pagaban bien. Gracias a aquellos viajes pudieron costearle los estudios en Salamanca, fue un gran esfuerzo para toda la familia. Tras acabar la especialidad se dedicó a hacer suplencias en lo que le salía, casi siempre días sueltos, algunas veces lograba una semana. En verano se bajaba a la Comunidad de Madrid, el sueldo era algo mejor. Cubría las vacaciones de algún médico rural lo que le obligaba a alquilarse una habitación en un pueblo muy alejado de los suyos. Aquella tarde, mientras tomaba un café en su pequeño cuarto, no pudo evitar pensar que la historia se repite, seguía siendo un jornalero, un jornalero sanitario.