Revista Salud y Bienestar
Me gusta la nueva enfermera suplente, es joven y tiene buen humor, da gusto charlar con ella. Como me toca limpiar la parte de abajo del centro me la encuentro a la hora del primer café, siempre contando cosas divertidas. Da gusto, no como las otras enfermeras que son más secas que Matusalén, es verdad que son muy mayores, pero eso no debería ser inconveniente para sonreír más. En la última oposición vinieron unas que para qué, más quemadas del hospital que la oreja de Niki Lauda... en fin. En el café de la merienda también me la suelo encontrar, no me extraña, siempre que me enseña su lista no tiene más de 10 o 20 pacientes, así está ella de tranquila. Pero me parece bien, ya tendrá tiempo de quemarse como esos doctores de la mañana que no paran de atender pacientes, esos no bajan nunca a por café y así les va, siempre tan serios.
Me gusta la enfermera Blanca, ayer trajo un bizcocho que hizo ella y nos pasamos una hora hablando de las fiestas de su pueblo. Como es verano hay que tomarlo con calma.