Editorial
Atalanta. 378 páginas. Primera edición de los textos: desde 1929 hasta 1986.
Esta edición es de 2013.
Prólogo
de Jorge Luis Borges.
No sé desde cuándo
me suena el nombre de José Bianco
(Buenos Aires, 1908 – 1986) como autor clásico argentino, pero lo que tengo
claro es que en el verano de 2009, cuando viajé a Buenos Aires, ya lo conocía.
De aquella visita me traje a Madrid once libros de autores argentinos, y me
recuerdo en una librería de la calle Corrientes sopesando si compraba Las
ratas de Bianco. No lo hice porque, a pesar de que el precio era muy
bajo, no me gustaba la pobre edición de quiosco, aunque de la misma colección
me llevé Una novela que comienza de Macedonio
Fernández.
En mayo de 2013 mi
novia me regaló por mi cumpleaños este volumen de la editorial Atalanta, que había salido al mercado unos meses antes y
que me había visto hojear en las mesas de novedades de las librerías. Dado mi
desbarajuste con los libros que entran en mi casa y que acumulo sin
priorizarlos sobre lecturas nuevas, ha permanecido en mi montaña de libros
inleídos hasta noviembre de 2014.
Al hojear el libro
algo me llamó inicialmente la atención: parecía que incluía la novela La
pérdida del reino (1971), que en este libro no llega a las cien
páginas, cuando yo tengo esa novela comprada en un rastrillo benéfico y
publicada por Adriana Hidalgo, que
tiene 477. Así que Atalanta ha incluido en este volumen sólo el comienzo de esa
novela, lo que me parece una decisión, cuanto menos, extraña.
José Bianco fue el
jefe de redacción de la mítica revista
Sur desde 1938 hasta 1961, amigo de Jorge
Luis Borges, Adolfo Bioy Casares,
las hermanas Silvina y Victoria Ocampo, Juan José Hernández o Virgilio
Piñera. Además, cuando Bianco se fue a vivir una temporada a París,
frecuentó a Albert Camus, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir o André
Gide.
José Bianco es
autor de una obra relativamente breve: en 1932 publicó un libro de cuentos
titulado La pequeña Gyaros; en 1941 la novela corta Sombras suele vestir; en
1943 Las
ratas; el libro de ensayos Ficción y realidad se publicó en
1972 (reunía ensayos publicados en revistas años antes) y la novela larga La
pérdida del reino en 1971.
En el prólogo del
libro, Borges afirma: “José Bianco es uno de los primeros escritores argentinos
y uno de los menos famosos”. Octavio Paz afirma: “Si hay justicia literaria –ya
que no hay justicia divina–, creo que la obra de José Bianco, en lo futuro, subsistirá:
será mucho más conocida y estimada, sobre todo, cuando obras más vistosas pero
menos esenciales desaparezcan”.
Para valorar estas
afirmaciones tenemos que tener en cuenta que tanto Borges como Paz eran amigos
de Bianco y colaboradores de la misma revista Sur; pero tras leer las novelas
cortas que incluye este libro lo cierto es que no me parecen exageradas sus
palabras.
Leo el cuento El
límite, publicado en 1929 en una revista (incluido luego en La pequeña Gyaros), y escrito cuando
Bianco no alcanzaba los veinte años. En una nota inicial se nos informa de que
lo que leemos es una versión modificada por el autor en 1983. A pesar de las
posibles correcciones, si Bianco podía escribir un cuento así a los veinte años
tengo claro que su talento literario era muy grande. El límite es un acercamiento muy sensible a la mentalidad de un
adolescente y a su descubrimiento del mundo, del amor y de la muerte.
Voy a decir desde
ya que al leer este libro he hecho algo que no había hecho nunca. Al leer las
novelas cortas Sombras suele vestir y
Las ratas, y avanzar luego con los
ensayos y las entrevistas incluidas aquí, me estaba dando cuenta de que no
había conseguido penetrar del todo en las claves compositivas de estas dos
novelas cortas. Así que, al finalizar las entrevistas, decidí volver a empezar
con el cuento y las dos novelitas, que he leído por tanto dos veces. En cambio
no he leído las cien páginas que aparecen en este libro de La pérdida del tiempo. Ya leeré la novela completa en la edición de
Adriana Hidalgo.
Sombras suele vestir tiene 50 páginas y es una historia
de fantasmas (o de locura, aunque para mí es una historia de fantasmas) al
estilo de Otra vuelta de tuerca, de Henry
James. Como curiosidad, añadamos que es Bianco el primer traductor al español
de esa novela y que fue él a quien se le ocurrió cambiar el título de lo que
sería la traducción literal, Una vuelta
de tuerca, por el de Otra vuelta de
tuerca, nombre con el que ha trascendido en nuestro idioma la traducción de
la famosa novela de James. Decía que a mí Sombras
suele vestir me ha parecido más una historia de fantasmas que de locura
porque no está contada desde el punto de vista de un narrador confuso, sino que
una voz omnisciente nos cuenta las andanzas de los personajes y en algún momento
acompaña los movimientos del supuesto personaje que luego descubrimos que está
muerto y que por tanto no le queda más remedio que ser un fantasma, aunque ella
misma no lo sepa. Esta novelita ha ganado para mí en la segunda lectura, porque
detalles que descubrimos aproximadamente en la página 40 estaban ya insinuados
en la página 10, pero al leer primeramente esta página 10 sin conocer el juego
que se traía entre manos Bianco con sus personajes, se nos habían pasado
desapercibidos.
El estilo de Bianco
es elegante, inteligente, trabajado. Sus novelistas no son aptas para una
lectura apresurada; están repletas de sugerencias, de insinuaciones, de
sutilezas; necesitan de un lector atento, dispuesto a entrar en ese juego
narrativo en el que intuye que le están escamoteando información importante de
la historia y será él quien tiene que completarla o imaginarla.
El Bianco de Sombras suele vestir me ha parecido un
antecesor del Elvio E. Gandolfo de
novelas cortas como René Carótida.
Las ratas me ha resultado un libro casi diferente en
la segunda lectura. Básicamente porque en la primera no me había llegado a
percatar del todo hasta qué punto el narrador nos está mintiendo. Creo que
decidí leer estas dos novelas otra vez porque me había acercado a ellas
confundido: Sombras suele vestir la
estaba leyendo como una historia realista y sólo al final me di cuenta de que
era una historia de fantasmas, y Las
ratas la leí, ya escarmentado de la narración anterior, como si fuese una
historia de fantasmas, cuando aquí me hallaba más ante una historia de locura.
En Las ratas nos acercamos a una familia
bonaerense de clase alta con más de un cadáver guardado en sus armarios. Delfín
Heredia, el narrador, tiene catorce años en el momento en el que suceden los
hechos que quiere contarnos referentes a la muerte de su hermano Julio. “Julio
se ha suicidado”, leemos en la primera página de esta novela. Y en la segunda
lectura ya sabremos que tenemos que tener mucho cuidado con nuestro narrador
porque está jugando con nosotros. La novela es densa, sutil, inteligente, como Sombras suele vestir. Al igual que en la
anterior había referencias eruditas a la Biblia, en Las ratas se nos ofrecen elevados comentarios sobre música clásica.
Delfín, mientras practica con su piano, conversa con el autorretrato que su
padre pintó en su juventud y que ahora, extrañamente, se parece a Julio (sólo
hermano por parte de padre de Delfín). Delfín desea en realidad una complicidad
imposible con su medio hermano; y los juegos entre la relación real y la
imaginada se van entrelazando en el relato hasta un final de odios y celos
familiares.
La prosa
inteligente, erudita y algo distante de Las
ratas me ha recordado a la que posteriormente usa Jorge Barón Biza para su gran novela El desierto y su semilla.
Después me salté,
como ya dije, las cien primeras páginas de La
pérdida del reino, y leí los ensayos escritos por Bianco. Cita mucho a un
escritor francés que ahora parece haber caído en el olvido, Julien Benda. Más interesante me parece
su ensayo sobre Marcel Proust.
Pero más que con
los ensayos, he disfrutado con las entrevistas finales sobre su obra y su labor
en la revista Sur.
De este libro
editado por Atalanta destaco el relato El
límite y las novelas cortas Sombras
suele vestir y Las ratas.
Narraciones sutiles, llenas de trampas y que darán trabajo (y satisfacciones) a
un lector exigente.